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De cremas y ungüentos milagrosos... que no sirven para nada

Cream

Últimamente, cada vez que me dispongo a leer un texto del programa de mi curso de literatura, algún molesto suceso viene a interrumpirlo.


En la ocasión, me disponía a leer "La Piel", de Curzio Malaparte, que el profesor cambió de orden. Inicialmente correspondía leerlo en el mes de noviembre.

-Esto es suyo -me dijo el ayudante del ayudante del encargado. Era el cuarto boletín de belleza que recibía en menos de una semana.

Si no fuera tan paranoica, hubiese pensado que la alteración del orden de lectura, se debía a que el profesor no tenía aún preparadas las clases para el análisis del texto, ya que prefirió invertir su tiempo en cervecitas a la luz del sol primaveral.

Pero, como no es el caso, me pregunté ¿qué me había visto primero? ¿los puntos negros, las manchas de sol o la piel de erizo?

De modo que dejé La Piel de Curzio Malaparte, comencé a preocuparme por la mía y abrí el boletín.

Según la publicidad, "el perfume habla por vos". Si el perfume habla por mí, sólo espero que no diga pavadas y me haga quedar como una Malparada. Y ya que está, que conteste el teléfono, hable con el encargado para que no me siga entregando sobres que "estresan" mi piel y si puede, que me acorte el dobladillo de tres polleras porque ¡vuelve la minifalda!

No entiendo lo de la "edición limitada" del perfume Gucci, Pucci o Chuchi. Deberían aclarar que las primeras cinco mil personas que lo compren, recibirán como obsequio, pastillas anti- eczema ocasional o una visita gratis al dermatólogo: a elección.

Otra cosa que me resulta rara es la colección "Daydreamer". En todo el mundo se recomienda estar alerta -si ves un paquete extraño en la calle podés llamar a una central de ayuda- y se gastan millones en campañas de seguridad vial, ¿cómo vas a andar como una estúpida soñadora de día por la calle, en especial cuando vas a cruzar? Yo que vos no usaría nada de "Daydreamer". A no ser que te quedes en tu casa. Y aún así lo pensaría. El gas, la electricidad y la luz no se llevan bien con esta colección.

Lo de la crema que favorece la formación de colágeno "joven" aportando vitaminas A y E que destruyen los radicales libres, me molestó y mucho. ¡Eso es discriminación y libertinaje! Esa apelación está diciendo que tu colágeno es viejo y conlleva una fuerte carga político-ideológica. Estoy en contra de coartar cualquier clase de libertad. Los radicales entran en esta bolsa con boina incluida.

El "serum", que antes se lo pasaba por los "pisums" para que quedaran limpios y brillantes, ahora te lo extendés por la cara, para que luzca finamente plastificada. Y si no te reís, hablás, ni gesticulás, se forma una barrera que te protege de todo, menos contra incendios.

Lo que antes se llamaba aceite -recordar a Cleopatra- después se llamó óleo, crema, solución y ahora "caldo". Cuando temperás (sic) entre las yemas de tus dedos este caldo, que viene en sobres no en cubitos, sentís una necesidad irrefrenable de lavártelas. Si no sucumbís, cuando por fin, la aplicás sobre tu piel durante un mes, verás que permanecés exactamente igual. Solo que más ligera de pesos. Si el caldo no le apetece a tu piel, podés recurrir al "barro" del Mar Muerto. Personalmente, no me pongo nada de un muerto, salvo diamantes. Por eso voy desnuda de diamantes por la vida; por ahora.

Todos los productos publicitados pertenecen a la así llamada "onda verde". O sea, quien los paga en pesos, desembolsará el equivalente al valor del dólar billete verde del día según la plaza -verde- Argentina y recibirá factura. Quien deposite dólares, no recibirá factura. Aunque vos no lo quieras, el verde siempre está.

Por mi parte, por ahora me resulta más fácil ocuparme de La Piel de Malaparte, que trata sobre la Europa liberada por los americanos. Con la mía, no sabría por dónde comenzar.

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