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Sala de espera - ¿Comedia o tragedia?

"La vida vista de cerca es una tragedia, vista de lejos parece una comedia", es la frase dicha por Calvero, el protagonista de Candilejas del gran Chaplin.

Esta columna, hoy, la mirará de lejos.

Por distintas circunstancias, durante el último tiempo me tocó viajar en avión e ingresar a su correspondiente sala de pre-embarque, así como asisitir a la sala de espera de la unidad coronaria de una importante clínica de la capital federal.

Encontré puntos de semejanza entre estos verdaderos "no-lugares" en el sentido que le da Bourdieu.

En ambos, alterna la turbulencia con momentos de relativa calma. En ambos, al estar alejados del mundo de la realidad, del acontecimiento, -el alza del precio de la carne o de las verduras-, reina una lógica del "aquí y ahora", prácticamente ninguna otra cuestión cuenta. Salvo palabras vacías para matar el tiempo.

Tanto una como otra sala son lugares previos de la operación -de vuelo- en el primer caso y de una operación médica, - la otra, la fea - en el segundo.

Como esta columna continúa mirando desde lejos hay algunos divinos detalles que no puede pasar por alto.

Por ejemplo el siguiente diálogo. -¿Llamaste a Chiquita y le contaste lo del paro?

-Mami, fue casi un paro, no un paro.

-Sí, la llamé y ella me contó también lo de su paro.

-¿Cómo?

-El paro de aviones.

-¡No vas a comparar!

Otra. -Después de la anestesia, me parece que perdió la razón. ¿Quedará así siempre?

-Yo te vi a vos también perder la razón y volver a la misma razón sin sentido de siempre, mami.

Hay momentos en que esta sala de espera se convierte en una especie de Ocean Club de Playa Grande o el Club House de un cauntry.

-Haceme marchar un tostado con un café doble. Vos Malala ¿qué vas a pedir?

-Nada. Gracias; comí en casa un plato entero de perejil picado.

Existe una tipología característica en este lugar, es la de las señoras y señores de edad indefinible, que a fuerza de no comer o comer poco y tomar mucho sol, impresionan como si siempre estuvieran yendo o volviendo de la playa.

Se trata de ese estilo Bioy Casares años 60, que cuanto más tostado estabas, mejor posición económica ocupabas en el ránkig de los que ya tenían campos.

Vuelvo a la sala de espera, donde escucho esta frase que no entiendo del todo. "-Te digo que es normal que se complique. Es así".

Frase rara si las hay. Si todo se complica siempre ¿no es mejor decir que sucede de esa forma, a utilizar la palabra "complicación", tan poco querible en cualquier ocasión?

Pero sin duda, lo que más me llama la atención es la capacidad de aprendizaje de puro corte pavloviano, estímulo-respuesta, que adoptan las enfermeras. Ellas son de verdad las que mayores improperios no dichos pero pensados reciben.

Ni bien te ven pronuncian el Ya.

-Ya le avisamos al doctor, "ya viene", no se preocupe.

-Ya llega la otra enfermera; estamos en cambio de guardia.

-Ya está la comida. Ya... ya... ya...

Te dan ganas de contestarles: -Ya, muchas gracias, espero.

La unidad de tiempo "Ya" es algo que me preocupa. Me gustaría desentrañarla y hacer un aporte a la "comunidad aguardante". A ojo de buena cubera, puedo arriesgar que el promedio de un "Ya" equivale a 48 minutos reloj. El fin de semana la unidad "Ya" trepa a dos horas.

Esta sala de espera podría transformarse en mi próxima novela "coral", -sin un protagonista central ya que todos lo son- si la gente hablara y contara a los otros el problema que reúne a los familiares y amigos. Pero no, por alguna razón la gente prefiere leer, usar la lap-top y callar con los ajenos.

Entiendo el motivo. No siempre es tan claro cuál es la distancia de "la vida mirada de lejos" y cuál la distancia de "la vida mirada de cerca".

Hoy la miro desde muy, muy lejos como una comedia.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 14.11.10
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