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Sabat y el periodismo independiente

Hermenegildo Sabat es el más grande caricaturista del país desde hace muchos años, cuando sólo era el que ilustraba con su talent a un diario como La Opinión que carecía de fotos y secciones de deportes.

Incluso su agudeza política le llevó a prever mucho antes que los analistas políticos la notable vocación de mantenerse al frente del poder ejecutivo de Carlos Menem cuando, anticipándose a su voluntad reeleccionista, lo empezó a dibujar con el sillón presidencial pegado a sus glúteos. De ahí que se ha sostenido que es un periodista que dibuja.

Una de sus caricaturas referidas a Cristina Fernández ocasionó una respuesta desproporcionada de la presidenta, al deducir infundadamente que la misma contenía un mensaje mafioso.

Es difícil definir si sus caricaturas se adaptan a la línea editorial de los medios que lo han contratado o si ha tenido la oportunidad, la enorme fortuna, que sus posiciones ideológicas coincidan con la de sus contratantes.

Hace algunas semanas dibujó a Hebe de Bonafini como un perro llevado del cuello por Cristina Fernández por medio de una correa. Se puede observar en la caricatura la evidente dificultad para contener a la titular de un sector de las Madres de Plaza de Mayo por parte de la Presidenta de la Nación. Y a un observador tan agudo como Sabat, seguramente no se le escapa que se podría reproducir la misma caricatura con otros protagonistas.


Imaginémonos por un instante, que el dibujante uruguayo hubiera detectado algunos hechos que son evidentes: por ejemplo la funcionalidad de las diputadas Elisa Carrió, Patricia Bullrich y Silvana Giúdice con el grupo Clarín ¿se animaría a dibujar el caricaturista independiente a las tres diputadas como perros furiosos alentados a morder, insufladas de rabia, por el capitoste del grupo hegemónico Héctor Magnetto? Por supuesto que es una pregunta retórica, porque la respuesta negativa va incluida en ella.

Supongamos ahora la segunda alternativa imaginaria. Sabat pasa a trabajar en Página 12 o en Tiempo Argentino: ¿dibujaría ahí  la caricatura contraria a los intereses del grupo Clarín? Si lo hace en contra de sus convicciones no sería un caricaturista independiente sino que condicionaría su habilidad a la línea editorial del medio que lo contrata. En cambio si ese dibujo coincide con sus posiciones, significaría que el que hizo en Clarín fue el trabajo desagradable que un asalariado debe realizar como venta de su fuerza de trabajo, lejos del concepto de independencia.

Y si quisiera repetir un dibujo similar al que realizó en Clarín en un medio favorable al gobierno ¿podría hacerlo? No es probable. Pero estos medios tienen la virtud de no proclamar que son la expresión de un periodismo independiente.

En cualquier caso, el “periodismo independiente” queda herido gravemente. O tal vez no, porque no puede quedar herido algo que no existe. Lo que existe son grados de independencia que no llegan a constituir un periodismo independiente del poder económico y del gobierno de turno.