Hace algunos años, antes que mujer, hija y esposa era lacaniana. Ahora soy mujer, huérfana, ex esposa y "hunter" de usos y costumbres de la vida cotidiana.

Me gusta parar - sentada - en la esquina de lo que antes se llamaba "lo que se viene" - ahora rebautizado "nuevas tendencias"- y la esquina de "lo que fue, pero puede volver a ser" - ahora conocido como "revisitado o aggiornado". Cómodamente instalada en un restó-bar de esa esquina supuesta con un fernet con cola -que volvió con fuerza- me encontré con Fernando -el otrora chico de la computadora, que antes que hombre es "diseñador de soluciones informáticas".

- Hola, cómo estás? Se te ve muy bien. ¿Cómo pasaste las fiestas? ¿Te fuiste de vacaciones? - Laburo, mucho laburo. El tema ya estaba instalado: le pregunto de todo y me contesta laburo; hablemos de su laburo, entonces.

- Tengo un problemita con el Windows 7 que me instalaste, no sé cómo mover los mails de la bandeja de entrada a otro lugar, hay algo que me lo impide. - Fácil -me contesta - como antes. Pienso: Fernando, querido, amoroso, si te lo pregunto es porque ya lo hice doscientas veces "como antes" y no me sale. Se despide con un ¡Cuidate! ¿Qué quiere decir cuidate? ¿De qué? ¿De pisar cáscara de banana, de comer mejillones en mal estado (¿cómo puedo saber si están en mal estado antes de probarlos?) ¿de no confundir un billete de diez pesos por uno de cien? Si hasta me cuido de no vivir en un departamento frente a una plaza por temor a los árboles que atraen rayos cuando llueve y no uso la tarjeta de crédito por miedo a perderla.

Escucho un mensaje en mi celular, inicialmente conocido por "Movicom" como sustantivo, no como marca, - cualquier cosa llamame. Cualquier cosa, ¿qué? ¿Te llamo si hubo un terremoto en Chile y estoy por ahí? ¿Si encontré un papel de Rhodesia en la calle o si lo encontré en la República de Rhodesia, mientras caminaba por un boulevard? ¿Si se me dio eso que Lacan llama "la contingencia del encuentro en el amor"? O sea, ¿te llamo si por uno de los azares de la vida me encuentro con un joven apuesto, heterosexual, culto, fino, distinguido, inteligente, con humor y millonario? Si se me da este encuentro, ni loca te llamo.

"Cualquier cosa me llamás" representa un dicho inacabado. Le falta decir precisamente la cosa, por la cual llamarías. La gente que dice este tipo de frase debería ser más precisa. En realidad esperan tu llamado, pero lo minimizan. Que lo minimicen, que lo ninguneen. Yo no llamo cuando recibo mensajes de esta naturaleza, neutra, por no decir muerta.

Continúo sentada en el mismo lugar imaginario, pero siempre cómoda, y me pido una Red Bull. No me importa que sea por la tarde, ya que esto que escribo es pura ficción y me puedo dar el lujo de inventar realidades.

Veo una señora "bian" como se decía antes y ahora se dice "bien puesta" conduciendo un changuito. Esos changos "fashion" que han vuelto; elegantes, plegables, en plásticos de vistosos colores, donde transportar la rúcula, el brie, arándanos, queso de cabra, echalotes, tomatitos cherry y alguna que otra botella de Baron B, en fin, esas cosas que se encuentran en cualquier heladera. No en la mía. También se los llama "trolley bag". Desconozco si los hay de diseñadores, pero que alguien le avise a los de Louis Vuitton que se están perdiendo un importante nicho de mercado, perdón de supermercado.

El cafecito cortado, aquel que nos hizo famosos a los argentinos que lo supimos consumir, lentamente comienza a expirar. Hacen su aparición el Capuccino, el café Latte, el Mocha, el Caramel Frapuccino con base de café, el Machiatto, el Mocha Frappuccino y otros. Cuando terminan de explicarme en qué consiste cada uno, suelo contestar: Gracias, se me fueron las ganas de tomar café. ¿Me convidás un vaso de agua?

Lo que tampoco va más - por ahora - es la combinación y la enagua, que han sido reemplazados por "bodies". Si entrás en uno cómoda y no te molesta en "la zona", por favor avisame de qué marca se trata. Las mujeres sabemos que el arte de la elegancia nada tiene que ver con el bienestar, pero de ahí a estar parada todo el tiempo y no poder sentarte, hay un gran trecho imposible de recorrer.

Hablar por teléfono de línea largo y tendido ya fue. Para eso Skype. Si estás arreglada, con cámara web, de lo contrario, por celular y rapidito. Estar tostado por el sol "quemado" como se decía antes, debería estar contemplado en alguna ley tal como "auto-abuso de persona". Cuando veo alguien así pienso: Pobre, no le debe quedar más remedio que cumplir con un trabajo asalariado bajo el sol o que vuelve la psicodelia de los '60 y algo de los '70 ¡y no me enteré!

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 20.2.11

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