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Historia y política

La visión que se tenga sobre el pasado condiciona los posicionamientos del presente. El autor de 1984", el escritor inglés George Orwell, sostenía: "Quién controla el pasado controla el futuro; quién controla el presente controla el pasado".

El pasado martes 15 de febrero los diarios hegemónicos, junto con páginas y suplementos conmemorando el bicentenario del nacimiento de Sarmiento titulaban editorialmente sobre el avión norteamericano cuyo cargamento fue verificado. La Nación decía: "Grave escalada en el conflicto con EE.UU por el avión militar" y en la bajada sostenía: "Timerman acusó al gobierno de Obama de intentar introducir material "sospechoso" y vinculó el decomiso con la lucha contra el terrorismo; Washington exigió la devolución de la carga y calificó de "vergonzoso" el trato recibido". En la parte inferior izquierda de su tapa el título era: "Sarmiento, ese hombre del pasado que sigue desafiando el presente. Sus ideas para el progreso fueron visionarias y cuestionan el rumbo de la Argentina moderna".

Clarín del mismo día afirmaba en su portada: "EE.UU perplejo y preocupado por la requisa del avión". En la bajada se puede leer: "Así lo señaló el vocero del Departamento de Estado. Fuentes de la diplomacia norteamericana dijeron además que el material requisado era un entrenamiento policial aprobado por Timerman y Garré. Argentina presentó su protesta formal". Y a continuación en letras rojas: "Otra vez, una interna del gobierno empujó la decisión". En la parte superior y debajo del nombre del diario: "Sarmiento, el hombre que soñó un país. Suplemento especial por su bicentenario".

Los diarios oficialistas tuvieron compartimientos parecidos. Página 12 omitió el bicentenario y tituló: "Fuera de la ley" y en la bajada: "La Cancillería expresó su "más enérgica protesta" por la carga no declarada del avión de la fuerza aérea norteamericana, mientras el subsecretario de Estado de ese país, Arturo Valenzuela, aseguró que no había "nada fuera de orden" y cuestionó la requisa argentina. El canciller Héctor Timerman indicó que "Estados Unidos debe respetar las leyes argentinas". A su vez Tiempo Argentino tituló: "EE.UU, "perplejo" por tener que acatar la ley argentina", y en un recuadro pequeño "Sarmiento. Nació hace 200 años pero su obra sigue generando amores y odios".

No hay la menor casualidad en la forma en que los medios hegemónicos y oficialistas trataron un hecho del presente y una recordación del pasado. Intentaré explicarlo.

Dos modelos en pugna

Desde 1810 en lo que hoy es la Argentina se enfrentaron dos modelos antagónicos. Confrontaron a lo largo de las sangrientas guerras civiles que duraron seis décadas. Se impusieron los comerciantes del puerto de Buenos Aires y los hacendados de la Provincia. Fueron derrotadas las artesanías y pequeñas industrias del norte argentino representadas por caudillos como el Chacho Peñaloza y Felipe Varela entre otros. Triunfó un modelo de colonia agropecuaria complementaria de la metrópoli británica. En la división internacional del trabajo la Argentina quedó como el granero e Inglaterra la industria.

Parecía que el modelo de economía primaria exportadora sería eterno, pero por las hendiduras producidas en el mismo durante las crisis del capitalismo mundial fue surgiendo el modelo de sustitución de importaciones que engendró al peronismo y que a su vez incluyó y dignificó a los descendientes de los derrotados de la guerra civil del siglo XIX. Contra este modelo y su expresión política se hicieron los golpes de 1955, 1966 y 1976, se bombardeó Plaza de Mayo, se fusiló clandestinamente y cuando todo eso fue insuficiente se recurrió al terrorismo de estado. Lo que quedaba en pie lo remató el menemismo con apoyo popular mayoritario.

El modelo de rentabilidad financiera, la versión de fin de siglo de las ilusiones del Centenario, concluyó en la peor crisis económica que padeció el país. De esas ruinas en que se entrelazaban la pobreza y la indigencia de una magnitud nunca conocida, con fragmentación social y clubes del trueque, con múltiples monedas y desvaríos que iban desde la posibilidad de intervención del país a cargo de un comité de técnicos propuesto por el economista Rudi Dornbusch, hasta la dolarización y la banca off-shore, desde la posibilidad de amputación territorial a Ezeiza como única salida, surgió el kirchnerismo, una mezcla de ruptura fuerte y continuidad en otros aspectos con la década del noventa.

Pero por encima de continuidades y ruptura, la música del kirchnerismo en sus aspectos más revulsivos para sectores del establishment, fue una apuesta para retomar banderas de los movimientos populares del siglo XX y de las enarboladas por los derrotados del siglo XIX. Eso produjo una reacción visceral de muchos de los dueños tradicionales del país que añoran al primer Centenario, con el apoyo popular de sectores medios enajenados ideológicamente, que evocan la década del noventa. A ambos los une una común vocación de colonia.

Sarmiento y su época

La historia oficial fue escrita por uno de los triunfadores del siglo XIX, Bartolomé Mitre, quién dejó de guardaespaldas al diario La Nación que él fundó.

En su distribución de héroes y réprobos, Sarmiento fue levantado como el símbolo de la educación, omitiendo los aspectos más revulsivos y reprobables de su actuación política.

Escribió Jorge Abelardo Ramos en su libro "Revolución y Contrarrevolución en la Argentina": "Ya está el loco Sarmiento en el poder. Había soñado en ese momento único desde los años de soledad y destierro. Sanjuanino aporteñado, talentoso instrumento de la oligarquía porteña, puño implacable de Mitre en la extirpación de los caudillos y el gauchaje... admirador de los anglosajones y de su idioma y cofundador de nuestra literatura con José Hernández... Estamos frente a un hombre, contradictorio, vital, creador, y provinciano al fin. ...Lo odió a Facundo, porque Facundo, era la realidad sin afeites del medio histórico provinciano del cual él mismo surgía. Al rechazar esta sociedad, Sarmiento expresó como nadie la ambición provinciana de sustituir la lanza por el rémington y la escuela. Fue un burgués sin burguesía, maestro iletrado que hizo su cultura a poncho, que no fundó escuelas (según ha probado Avellaneda en carta famosa) pero quiso fundarlas y peleó por ellas. Alberdi y Sarmiento fueron los intelectuales más notables producidos por el interior, aunque la diferencia entre ambos radica en que Sarmiento transigió sistemáticamente con la oligarquía porteña, para poder vivir y expresarse. Alberdi, por el contrario, a partir de su colaboración con Urquiza y la Confederación, fue extirpado del mapa político del país donde se le rehusó todo. Sin embargo la burguesía comercial porteña, que utilizó muchas veces a Sarmiento, no lo asimiló por entero".

Personalidad apasionante, fue capaz de enlazar en sus contradicciones, la pedagogía de la violencia más profunda y despiadada con un conocimiento detallado de las teorías de Darwin a las que adhirió. Escritor notable, los aspectos positivos de su desmesura le llevó a concebir los bosques de Palermo, que aún hoy son el principal pulmón de la ciudad.

Fomentó la inmigración, aunque tenía conceptos muy peyorativos hacia ellos. De los árabes decía: "una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos hasta el Sahara". A los italianos los llamaba "gringos bachichas"; de los españoles no quería oír hablar y de los judíos: "¡Fuera la raza semítica! ¿O no tenemos derecho para hacer salir a estos gitanos que han hecho del mundo su patria?". Con relación a los aborígenes escribió: "¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". ("El Progreso", 27.12.1844).

Sarmiento visto desde el presente

Mientras en "Tiempo Argentino", Mario "Pacho" O'Donnell opina: "Sarmiento fue el portavoz de los vencedores de las guerras civiles, el promotor del proyecto de organización nacional elitista, porteñista, antipopular".

Luis Alberto Romero en el suplemento especial de Clarín, adscribiendo en todo a la versión de la historia oficial escribe: "Observó la ciudad de Santiago, la única importante que conocía cuando escribió Facundo, e imaginó el conflicto profundo entre lo urbano y lo rural, la civilización y la barbarie... En cambio en los Estados Unidos conoció el porvenir: un capitalismo pujante y una sociedad democrática, donde los patricios se confundían con los plebeyos, y todo el mundo usaba el mismo tipo de sombrero, confeccionado en una próspera fábrica de Filadelfia".

Parece increíble la torpeza del razonamiento de Romero. Es 1845, por lo tanto aún no se había librado la guerra de secesión. La esclavitud estaba en su apogeo pero Romero imagina una sociedad democrática en que se confundían patricios con plebeyos.

En cuanto a los sombreros, eso permitió que al librarse la batalla decisiva entre los dos modelos, el norte industrial triunfara sobre el sur algodonero y tabacalero y eso determinó el posterior desarrollo capitalista norteamericano. Aquí triunfaron el equivalente a los algodoneros y tabacaleros norteamericanos de los cuales es tributario el pensamiento y la visión de la historia de Luis Alberto Romero, hijo del también historiador José Luis Romero, el rector de la Universidad de Buenos Aires después del golpe fusilador de 1955, divulgador de la historia oficial. Las piezas encajan con absoluta precisión.

Sarmiento y las alternativas actuales

El gobierno nacional no omitió el bicentenario del nacimiento de Sarmiento pero lo ninguneó hasta volverlo invisible. Cristina Fernández ha dado reiteradas pruebas de adscribir a posiciones revisionistas.

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo alza como el icono de la historia oficial y establece la obligatoriedad de cantar en los actos el Himno a Sarmiento.

Es posible que Mauricio Macri se inspire en estos pensamientos de Sarmiento cuando exhibe su "sensibilidad" social: "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer". (Del discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, 13.09.1859).

Civilización o barbarie

Arturo Jauretche la consideró la zoncera madre de todas las zonceras. Es la que se imparte desde que el chico es escolarizado. Si no se sale de este cepo, el ciudadano quedará imposibilitado de entender la realidad de su país.

La civilización es lo extranjero. La barbarie es lo local. A su vez dentro del propio territorio, la civilización es lo urbano y las clases altas. La barbarie es lo popular. La civilización, en el siglo XIX son Rivadavia y Mitre; la barbarie es Facundo Quiroga, Artigas, el Chacho, Ramírez, Felipe Varela. En el siglo XX, la barbarie serán Yrigoyen y Perón. La civilización Uriburu, Justo, Aramburu, Rojas. El peronismo hará la transmutación de la barbarie a la civilización con Carlos Menem del cual podría decirse las mismas frases que transcribimos de Jorge Abelardo Ramos con relación a Sarmiento, cambiando sólo su origen provinciano: "Riojano aporteñado, talentoso instrumento de la oligarquía porteña... la burguesía comercial porteña, que utilizó muchas veces a Menem, no lo asimiló por entero".

Si no se sale del esquema sarmientino, el cabecita negra es detestable, el inmigrante latinoamericano pobre, un peligro; hay que cuidarse de los jóvenes en lugar de cuidar a los jóvenes; una exteriorización de sapiencia es la autodenigración y la admiración de lo foráneo.

Esto está explícito en muchos de los escritos de Sarmiento: "Tengo odio a la barbarie popular; la chusma y el pueblo gaucho nos es hostil". ("El Nacional", 3.02.1857). "El plan definitivo: asegurar los principales puntos de la República con batallones de línea, o lo que es lo mismo, apoyar a las clases cultas con soldados contra el levantamiento del paisanaje". (Del Archivo Mitre).

Algunas de las expresiones de Sarmiento, las utilizó el poder no sólo en el siglo XIX sino en las etapas más negras del siglo XX: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla, incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos". (Carta a Bartolomé Mitre, 20.09.1861).

En cuanto a las prácticas democráticas, quedan delineadas en una carta de Sarmiento a Domingo Oro el 17.06.1857: "Fue tal el terror que sembramos en toda esa gente, la oposición con éstos y otros medios... Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueron encarcelados, puestos en el cepo, enviados al ejército para que sirviesen en la frontera con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus escasos bienes y la mujer". Este es el drama que refleja José Hernández en el Martín Fierro.

Historia y política

La Argentina permanece en un equilibrio inestable, porque ningún modelo ha podido imponerse definitivamente. Por eso hay diferentes versiones de una historia común.

Las tapas de los diarios hegemónicos que transcribimos al principio de esta nota tienen una explicación que viene del fondo de la historia. Representan a los herederos de los ganadores del siglo XIX. Se auto consideran expresión de la civilización contra la barbarie populista. En un enfrentamiento con los EE.UU, aún menor como el mencionado, expresarán los intereses del imperio admirado, si al gobierno nacional lo consideran expresión populista. Exagerarán como Joaquín Morales Solá quién considera el incidente más grave aún que la anticumbre de Mar del Plata (un verdadero hito que la historia recogerá como un símbolo del ejercicio de la soberanía).

La clase dominante argentina pero no dirigente, es dura hacia abajo y genuflexa hacia el amo imperial. Muchas franjas de clases medias adoptan la misma actitud en una doble rendición hacia los de arriba de adentro y de afuera. Expresan una cultura adquirida a través de la educación formal y remachada desde los medios hegemónicos que representan al poder económico. Esos que según sostenía el dirigente negro norteamericano Malcolm X: "Si no estás prevenido ante los medios de comunicación te harán amar al opresor y odiar al oprimido".

Por eso resulta natural que Clarín y La Nación se opongan al gobierno abrazados al recuerdo y pensamiento de Sarmiento, cuya envergadura era sin embargo muy superior a los pigmeos que lo recuerdan instrumentalmente.