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Recordando a Spinoza

La notable elección de Mauricio Macri el 10 de julio ha provocado una evidente sorpresa en todo el arco derrotado y especialmente desorientación en las filas del Frente Para la Victoria. Todo indicaba que el actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ganaría la primera vuelta por una diferencia que iba de los 6 a los 12 puntos.

El haber estirado la distancia a un poco más de 19 puntos, alcanzando el 47,1%, y superando levemente su marca de hace cuatro años, permite descubrir y aventurarse por un rico campo de análisis. La reacción primaria de denostar antes que comprender, de adjetivar antes que la de entender, lleva a buscar en el filósofo holandés de origen judío, Baruj Spinoza, un parámetro de orientación. Sostenía: "En política no hay que llorar ni reír, sólo comprender".

En el mismo sentido, en el Talmud puede leerse: "En lugar de despotricar contra la oscuridad es mejor encender una vela". Si desde el campo nacional y popular y del gelatinoso terreno del progresismo, el macrismo es la oscuridad, Filmus no encendió una vela, o si la encendió iluminó muy poco. La escasa campaña desplegada se centró en Macri sí o Macri no, con lo que terminó siendo el eje del desarrollo electoral. Si la idea del mentor y publicista de Macri, Jaime Durán Barbas era despolitizar, la imprevisible catástrofe deportiva de River y la planificada de la Copa América, ayudó considerablemente.

Es redundante afirmar que la Capital es refractaria a los gobiernos populares. Que la influencia de los medios es más intensa y su cosmopolitismo es fértil para las influencias externas. Pero es el mismo electorado que votó dos veces mayoritariamente por Aníbal Ibarra y reducto victorioso, en varias elecciones, de Chacho Álvarez. Al mismo tiempo, y por otro lado, fue la que convirtió a Fernando de la Rúa en su niño mimado, o transformó en ganador nada menos que a Erman González. Pero al mismo tiempo es el territorio donde se estaría imponiendo con cierta amplitud Cristina Fernández como candidata presidencial.

Encima, más de la mitad del tiempo electoral se discutió ociosamente sobre el debate, que es un hecho más televisivo y periodístico que de influencia sobre la posibilidad de cambiar la decisión electoral.

Pero sería poco sustentable suponer que todo es un problema de comunicación. La falta de trabajo de la militancia del Frente Para la Victoria en la Capital, durante los cuatro años fue evidente. Medidas aparentemente beneficiosas como enviar prefectura y gendarmería a los barrios del sur de la ciudad, resultó tardía y con un evidente signo electoralista en una primera lectura.

Hay un porcentaje indefinable del voto macrista que más que apoyar la reelección encontró el instrument para castigar al gobierno. Lo expresó con claridad y descarnadamente el radical, ex presidente de la FUA, Andrés Delich, al escribir en Clarín del 14 de julio: "Muchos porteños encontramos en Macri la posibilidad de expresar nuestro rechazo al gobierno nacional".

Hay un volumen importante del voto oficialista que es indiferente al procesamiento firme del jefe de gobierno, al deterioro de la salud y la educación pública, a la subejecución del presupuesto para viviendas, a la utilización de un grupo paragubernamental (la UCEP) para la expulsión violenta de los indigentes del espacio público. El haber puesto al frente de la policía metropolitana a un impresentable como el Fino Palacios o en el Ministerio de Educación a un troglodita como Abel Posse. Ambos representan la línea ideológica profunda, sin maquillaje publicitario del jefe de gobierno.

Su electorado parece indiferente, por ejemplo, al deterioro profundo de los teatros asociados a la cultura popular. O que desde ese gobierno se enarbole un discurso discriminatorio contra los ciudadanos de países limítrofes o de mano dura contra la ocupación del espacio público por la protesta social. Todo esto que es mirado críticamente desde el campo del progresismo, es aplaudido entusiastamente por aquellos que votaron dos veces en forma abrumadora a favor del hijo de Franco Macri.

Describir un panorama para realizar un diagnóstico es imprescindible para tratar de seducir a segmentos de ese núcleo duro que hoy parece impermeable al discurso, tal vez demasiado ideologizado de Filmus-Tomada. Lo más antipolítico es denostarlo. Es un electorado posible de atraer en algunos segmentos con propuestas concretas, más cercano a los beneficios barriales que al enunciado correcto pero poco fructífero de la disputa entre dos modelos en pugna.

La Capital carece en términos generales de una presencia significativa de clase obrera y es un muestrario, mayoritariamente,de las diferentes franjas de las clases medias, aún en sus sectores más pobres y aún pauperizados.

Eva Row desde su blog "La cosa y la causa" ha ejemplificado con precisión la bronca de esos sectores: "... qué les dan, qué les regalan, a los extranjeros de los países limítrofes, y en cambio a los argentinos que trabajan que no pueden comprarse una vivienda. No les dan nada. Esos son cientos de miles que viven mal y no pueden acceder a una mejoría, aunque no vivan en una villa miseria. Y se preguntan por qué, por no vivir en una villa, la política no tiene una mirada a su sufrimiento. Ya que no pueden aspirar a nada mejor, entonces estos porteños están con Macri, que se opone a los que hacen política, porque "la política se hace para que los políticos se llenen los bolsillos y a nosotros que trabajamos no nos regalan nada.

Hoy están preguntándose, los que esperaban otro resultado, ¿qué pasa con los porteños que votan contra sí? No, no votan contra sí. Votan contra los que no los miran. Porque no pueden poner el cuerpo en espera de que el derrame de la buena política les toque algún día el hombro, porque eso está tardando demasiado. Y tampoco creen ya en promesas de futuro extenso.

En Buenos Aires hay muchas personas que esperan un crédito para la vivienda. Miles de pibes y pibas con trabajo, que no se pueden casar porque no pueden comprar una vivienda. Miles de personas que no llegan a fin de mes pagando alquileres y expensas. Amargados, trabajando, matándose, transpirando, viajando en colectivos repletos, sin sueños, sin futuro de superación, sin esperanza. ¿Qué pasa? ¿Por qué no prometen aunque sea la sanción de la Ley de Entidades Financieras que Heller ya tiene lista para votar? ¿Por qué no prometen viviendas para todos los porteños? ¿Por qué no prometen algo para esta gente? ¡ALGO! Viviendas para los que alquilan y para los que se quieren cambiar de departamento. Para los que viven con la suegra, tres chicos y un perro. No dan más, pero miran con envidia los departamentos que les dan las Madres a gente que no tiene nada. ¿Y para nosotros qué hay?, dicen. ¿Por qué votar a Filmus? ¿Qué me va a dar Filmus? Filmus le va a dar a los villeros, pero a mí, nada. Así piensa el porteño que está mal. Entonces castiga a Filmus y vota a Macri, que no le promete nada, pero le pega a Filmus. Ese es el secreto. Yo me canso de escucharlo en la ciudad. Odian a los inmigrantes, odian a los pobres que no trabajan. Porque ellos son pobres que trabajan. Y se matan. Estos son los que pueden ser disputados por Filmus. No quieren oír hablar de Derechos Humanos, mientras ellos sean relegados. No quieren oír hablar de erradicar la miseria, mientras ellos no estén viviendo dignamente, mientras los que están en la miseria sean premiados, y ellos que trabajan, sean castigados".

Una mirada similar es la que expresa Reynaldo Sietecase en el diario Z, del 14 de julio: "Es como si el gobierno nacional y sus candidatos locales sólo se ocuparan de los "pobres y marginales". Por qué deberían votar a Filmus, entonces, los laburantes de clase media o media baja, que reclaman créditos baratos para la vivienda, que quieren dejar de alquilar, que quieren mejor transporte, más calidad educativa y buenos hospitales. Es paradójico, pero amplios sectores populares aparecen excluidos del mensaje peronista. Por su parte, los referentes kirchneristas que participaron de la campaña en la Capital no escatimaron chicanas contra el ex empresario: sus problemas de léxico, sus fallidos, sus exabruptos al borde del racismo. A esta altura deberían saber quien sale ganando cuando confrontan alegría versus enojo".

Hipótesis de explicación estructural

El 19 y 20 de diciembre del 2001 finalizó el ciclo iniciado en junio de 1975. Fue un movimiento de protesta coyuntural y limitado geográficamente que le puso la palabra fin a la política del Consenso de Washington y su instrumentación devastadora que fueron las políticas neoliberales aplicadas con intensidad luego de la caída del Muro de Berlín.

De aquellos días con amplio predominio de la antipolítica surgieron dos vertientes. Una sintonizó con el clamor callejero y comenzó un viraje en la concepción de que la política desplazara a la economía colonial. Tímidamente con aquel Duhalde al que la realidad no le dejaba alternativas y con convicción por Néstor Kirchner que levantó con entusiasmo y solvencia la frase de Germán Abdala: "Los poderosos no necesitan de la política porque ya tienen el poder, ya sea a través del dinero, de las armas, de las influencias o de las corporaciones. El pueblo sí necesita de la política porque es la única manera que tiene para construir poder y cambiar las cosas".

La otra rama que se afianzó en aquellos días, acicalando el discurso entonces dominante, es el de la antipolítica, que es la continuación de la política de los noventa bajo nuevas máscaras, con el fotoshop de los publicistas. De esa forma todo el que proviene engañosamente por afuera de la política tiene un hándicap social. Así aparecieron Juan Carlos Blumberg, Mauricio Macri y se consolidó en términos relativos Francisco de Narváez.

Quedaron entonces establecidas dos líneas, una que reivindica la política con todas las consecuencias que implica, y otra que diseña su política bajo el ropaje de la antipolítica, que enarbola un discurso republicano y constitucionalista. Desde el 2001 se viene desarrollando esta contienda, con implicancias económicas y sociales profundas. En la Capital triunfó rotundamente la segunda, que enarboló la gestión, que finalmente fue uno de sus déficits más notorios. Toda gestión tiene un direccionamiento ideológico. Sostener lo contrario es como afirmar que en un cirujano lo fundamental es el bisturí y la mano y no el cerebro que mueve la mano y dirige el bisturí.

En el origen del triunfo del macrismo en el 2007 puede reconocerse la desilusión hacia el progresismo que tuvo lejos de satisfacer las expectativas que despertó. En segundo lugar, el grueso error de Néstor Kirchner de dividir el campo común entre Filmus y Telerman. En palabras del ensayista Alejandro Horowicz: "Perder la capital fue el principal error K de la gestión anterior; no sólo dividió su propia fuerza (en lugar de respaldar al sucesor de Aníbal Ibarra optaron por Daniel Filmus) sino que festejó la derrota de Jorge Telerman como victoria propia sin ver que abría las puertas de una derecha discursivamente remozada".

Escenario electoral


Por debajo de Macri y Filmus, Pino Solanas recibió el cachetazo anunciado por haber equivocado su táctica con su desmesura opositora, su bajada a la Capital como premio consuelo, sus alianzas frustradas y la polarización. Auto engañado por el resultado electoral coyuntural del 2009 redujo su caudal a 12,81%, prácticamente a la mitad, y todo indica que Proyecto Sur se encamina hacia su implosión.

El partido de Carrió se redujo a la mínima expresión, el 3,32%, después de haber ganado en la Capital en el 2007, adelanto de lo que le sucederá a nivel nacional. Su genuflexión ante el poder económico, sus declaraciones pirotécnicas, sus pronósticos apocalípticos que la realidad se empeña en desmentir, terminaron por demostrar la certera definición del escritor Jorge Asís: "Carrió es una empresa de demolición". El radicalismo ha vuelto a situarse en su caudal electoral posterior al Pacto de Olivos, salvado en dos oportunidades por el aporte de sufragios con los que contribuyó en una ocasión Chacho Álvarez y en las elecciones del 2009 Elisa Carrió. Está claro que hubo un drenaje importante hacia Mauricio Macri.

Silvana Giúdici, la candidata radical, cuya subordinación al grupo Clarín es aún más sobreactuado e impúdico que la de la mayor parte de la oposición, tuvo el condigno castigo con apenas el 2,06. Los grupos de izquierda desde el Frente hasta Zamora navegaron por su habitual intrascendencia cercana a la inexistencia. Zamora alcanzó el 1,47%, pero el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (0,77%), cuya capacidad de movilización y bullicio es notoria, no logró superar al ex referí Javier Castrilli (0,78%), de campaña elemental y del cual perdura su propensión a sacar la tarjeta roja.

El candidato de Duhalde, el economista Jorge Todesca, estuvo cercano al cero (0,29%) y en el colmo del absurdo hasta su mentor llamó a votar por Macri.

Jorge Telerman, redujo los 20,69 puntos del 2007 al precario 1,76% del último domingo. Ricardo López Murphy que ganó la Capital en el 2003, sólo llego al 1,41%.

El gobierno al fomentar la polarización ayudó al drenaje de votos del radicalismo y de posible votantes del bulldog hacia Mauricio Macri. De esa forma se eliminó el voto partidario en la primera vuelta y se optó por el voto útil reservado a la instancia final.

Resultado irreversible

La suma de los votos de Macri y Filmus totaliza prácticamente un 75%. Del 25% restante, los candidatos del oficialismo podrían obtener, en una visión optimista, la mitad de los votantes de Pino Solanas (6,50%), la mitad de los de Telerman (0,88%). Agreguemos 1% adicional de votos de explicación indescifrable y con mucha suerte se llega al 36%, con la suposición no comprobable de mantener fijo lo obtenido en primera vuelta. Como se puede apreciar se parte de una base que pronostica un resultado más desfavorable que el del balotaje del 2007.

Otra consideración que no debe ser obviada es que Macri ganó en todas las comunas. Desde la Recoleta donde triunfó de 59,6% a 17%, a Villa Lugano de 42,1% a 37,8% (el mejor porcentaje de Filmus). En Barracas y la Boca ganó por 13 puntos. En la Paternal y Chacarita por 9,2. En lugares tradicionales de clase media como Almagro la diferencia fue de 11 puntos y en Caballito por 18. En Nuñez y Belgrano fue de casi 36 puntos y en Palermo por 33.

Parece claro que el trabajo realizado por la pata peronista del macrismo en lugares como Lugano, fue mucho más eficaz y constante que la del Frente para la Victoria. Los resultados en lugares como la Boca y Barracas demuestran la baja intensidad del trabajo territorial por las agrupaciones del gobierno que deberían realizarla.

Resultan muy ilustrativas las explicaciones de votantes del macrismo publicadas en el semanario "Miradas al Sur" alineado con el gobierno. Así en Retiro recogieron estas afirmaciones: "Primero, el trabajo que el gobierno porteño hizo con las cooperativas de trabajo. "Las hay de luz, de agua, de la construcción", dijo un referente de la Villa 31. "Detrás de los "pechitos amarillos" - gente que se dedica a la limpieza - hay muchas familias... Acá lo que funciona es el contrato: hay mucha gente contratada por el Gobierno de la ciudad en las villas". Ante esta hiper presencia de color macrista, otro referente de la villa se quejó de la severa ausencia de los candidatos del Frente para la Victoria durante la campaña: "No bajaron a los barrios. Los compañeros, las mamás que trabajan con los chicos, mucho saben lo que es Cristina, y la apoyan. Pero esperábamos que Filmus o Tomada tuvieran más presencia. Que nos vinieran a abrazar, que nos dijeran que ellos también estaban con nosotros". En Barracas, recogieron testimonios contra algunas prácticas de la agrupación juvenil "La Cámpora": "El asfalto que puso Macri en alguna que otra calle, aunque en definitiva fue muy escaso, generó una sensación de que al fin se hace algo en torno al demorado proyecto de urbanizar las villas. Y de repente vino La Campora y quiso imponer sus candidatos a presidentes en los barrios de la noche a la mañana. No fomentaron una participación en conjunto. Es como si en tu laburo de periodista hacés una nota y otro te pone la firma. ...Bueno eso generó mucho roce. No respetaron el territorio, fueron muy autoritarios. En parte, algunos votos a Macri vienen como desquite contra el ego y la prepotencia de La Cámpora".

Errores de la campaña

La designación de Daniel Filmus sobre el cierre de las listas, con poco tiempo para el desenvolvimiento de la campaña es un error que debe ser cargado a Cristina Fernández. Otra lamentable equivocación de la Presidente fue interrumpir el discurso de Filmus en el N/D Ateneo justo en el acto de la proclamación. Eso fue creando contraproducentemente una imagen de un futuro jefe de gobierno más cercano a un delegado del poder ejecutivo que a un representante del pueblo de Buenos Aires que trabajaría en forma mancomunada con el gobierno nacional.

La campaña publicitaria apuntó a este último aspecto, sin poder evitar cierta sensación de chantaje.

La publicidad debe ser la coronación de un trabajo y no su sustitución.

De cara al balotaje quedan menos de tres semanas. Se empezó mal enredándose en una disputa desatada a partir de una nota de Fito Páez publicada en la contratapa de Página 12, donde expresó su bronca escribiendo: "Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo".

Más allá de la obviedad del cantante de decir lo que quiera, la misma puede ser analizada como la expresión del enojo de un ciudadano pero no como un análisis político de alguien que reconoce que no es su especialidad. Pero lo más grave es que el lógico potenciamiento de la nota funcional a los medios hegemónicos, produce el efecto de retardar el trabajo para evitar un guarismo negativo más estruendoso. El historiador Norberto Galasso le contestó al rosarino, comprendiendo su enojo, pero señalando lo equivocado del destino de sus dardos: "En todas las grandes ciudades de América Latina y de cualquier otro país dependiente, las minorías privilegiadas utilizan todo su poder para dominar a los sectores medios, para ponerlos de su lado, para infundirle falsedades. Jauretche lo llamaba la "colonización pedagógica". Igual que a vos le provocaba grandes broncas, pero distinguió entre los promotores de la mentira y los engañados. Quizás los primeros le dieron asco igual que a vos, los otros le daban pena y trataba de desazonzarlos... Por eso no hay que confundir al enemigo, Fito. Si hay que tener asco, tengámoslos a los responsables del aparato mediático y cultural, los que tergiversaron la historia y la economía, los que robaron la capacidad de razonar a muchos compatriotas, no a éstos".

El gobierno ha creado un grupo de medios afines, pero su capacidad de fuego sigue siendo considerablemente menor que el de los medios hegemónicos. Lo que sucedió con la nota de Fito Paez lo demuestra claramente. Uno de los asesores de Macri, el licenciado en filosofía y experto en insustancialidades, Alejandro Rozichner, afirmó: "a Macri lo votó la gente normal". Una versión PRO de los dichos de Páez que se asordinó en el ruido tumultuoso de aquellos que nunca se sintieron indignados - al contrario lo aplaudieron y festejaron - desde los insultos de Mario Vargas Llosa a las expresiones inclasificables de Elisa Carrió.

Recordando a Spinoza

Es justo, además de conveniente, no inferirle a Macri y sus seguidores la larga retahíla de descalificaciones absurdas que los medios hegemónicos le propinan al kirchnerismo. Tiene infinidad de flancos desde el cual se pueden descargar las críticas sin necesidad de buscar epítetos arbitrarios. El jefe de gobierno capitalino es una expresión de la derecha, con raíces en el menemismo, con su prédica pro mercado, que considera al estado como un mal necesario y con una rendición incondicional hacia el grupo Clarín. Con subordinación hacia los poderosos a los que pretende engordar y con un alineamiento devoto con EE.UU. Calificarlo de fascismo es un vaciamiento del lenguaje. Hay una base de sustentación para esta ideología en el país y por supuesto en la Capital. Si alguien lo ha olvidado, es bueno recordar que en primera vuelta Domingo Felipe Cavallo, sobre el cual no es necesario realizar aclaraciones, obtuvo el 7 de mayo del 2000, el 33,3% contra el 49,3 que alcanzó Anibal Ibarra.

Es bueno no subestimar al adversario porque como bien dice el periodista Eduardo Blaustein: "el macrismo no es sólo la fiesta vacía con globos y la comunicación de Durán Barba. Es también la presencia de peronistas y radicales PRO con destrezas del Viejo Vizcacha, enseñando a los chicos bien a hacer política en el territorio, en el Estado, con parte del Sutecba, con las cooperativas en las villas o con los cartoneros. Macrismo es no haber destruido al punto que pretendemos "todas" las políticas sociales ni tampoco las culturales nacidas en 1983. El macrismo entendió algunos límites de lo que puede destruir en la ciudad y aquellas cosas que hizo espantosamente mal solo fueron visibles para quienes consumen medios no hegemónicos".

Cuatro hechos para resaltar: el domingo a la noche no hubo caravanas, bocinazos, ni ollas exultantes para celebrar un triunfo como en las jornadas de la resolución 125. La magnitud de la diferencia no debe ocultar que es menor a la del 2007. El enorme fracaso de los encuestadores en general que si siguen este derrotero terminarán siendo, en lugar de pronosticadores, médicos anatómo-patólogos, es decir los que hacen autopsias. Recordar que ahora parece repetirse el escenario electoral del 2007: derrotas en Capital, Santa Fe y Córdoba y triunfo por un 45% en las presidenciales. Lo novedoso y trascendental son las elecciones primarias del 14 de agosto que absolutamente desvirtuadas se constituyen en una primera vuelta a nivel nacional.

Por otra parte, el trato que el kirchnerismo les brinda a sus aliados en muchas ocasiones ronda el suicidio. El haber impedido que Aníbal Ibarra y Gabriela Cerrutti estuvieran junto a Filmus en el momento que hablaba a posteriori de la estruendosa derrota, confirmando que se iba a presentar al balotaje y llamando a conformar un sistema amplio de acuerdos, permite recordar la frase con la que el escritor Andrés Gorz sedujo a Dorine, la mujer con la que vivió 60 años y que el kirchnerismo parece muchas veces ignorar: "Seremos lo que haremos juntos".

Una vez superadas las heridas a carne viva que se intenta mostrar, y que en las filas del gobierno nacional muchas veces se las encapsula, hay que recordar que Macri no supera los límites de un partido de distrito, que no apostará por ningún candidato a la presidencia, que los que sí se candidatean obtuvieron resultados insignificantes.

Que incluso Jaime Durán Barba ha dicho: "No todos los que votaron por Macri son opositores".

La nota intenta acercar algunos elementos de aproximación para interpretar una realidad compleja.

Más allá de sus aciertos y errores, intenta acercarse al consejo de Baruj Spinoza: "En política no hay que llorar ni reír, solo comprender".

O al Talmud donde puede leerse: "En lugar de despotricar contra la oscuridad es mejor encender una vela".