Imprimir

¿Hay burguesía nacional?

La Argentina es un país subdesarrollado por la debilidad, en la mayoría de los casos pusilanimidad, de los empresarios industriales. Mariano Moreno tenía un plan revolucionario pero carecía de burguesía.

Algún marxismo mal digerido encontró en los comerciantes del puerto de Buenos Aires a un símil de la burguesía que en Francia hizo la revolución. Era la antítesis.

En estas tierras hubo 60 años de guerras civiles, intentando el norte artesanal nacionalizar la aduana del puerto de Buenos Aires, de cuyos ingresos disfrutaba la ciudad y la provincia bonaerense.

La contienda finalizó en Pavón, en 1861, donde Urquiza desertó y le dejó la posibilidad que Mitre ganara una batalla inexistente. Los 19 años posteriores fueron una cacería que concluyó con el Chacho Peñaloza y Felipe Varela.

Triunfante el proyecto agropecuario, se inició el modelo de economía primaria exportadora que perduró en el país hasta la crisis de 1929. Por las fisuras de ese modelo nació el de sustitución de importaciones, la industria liviana argentina, y en sus fábricas se insertaron los descendientes de los derrotados de las guerras civiles del siglo XIX. Eran los cabecitas negra que iban a ser representados por el peronismo. Ante la debilidad de esa burguesía nacional incipiente, es el Estado peronista que actúa con el que debió ser su programa histórico. La última expresión consciente de los intereses de esa clase social fue la CGT de Gelbard y Broner en el tercer gobierno de Perón.

Luego apoyaron políticas que terminaron liquidando sus empresas o no dando batalla y vendiéndolas, en una clara demostración que mucho más que burguesía nacional fueron comerciantes y mercachifles sin ningún proyecto que superara el ámbito de sus empresas.

En estos últimos ocho años, mientras se recuperaba el mercado interno, se volvían abrir empresas y se recuperaban las que sobrevivieron, la UIA adoptaba una actitud mezquina y prejuiciosa cuya coronación fue la impresentable presidencia de Héctor Méndez.

El discurso de José Ignacio Mendiguren (foto) en Parque Norte

En el marco del VI Congreso Federal de Economía Solidaria "Alberto Lettieri", que se celebra en Parque Norte del 26 de septiembre al 1 de octubre, el discurso que pronunció el actual presidente de la UIA, puede considerarse el mejor que haya pronunciado un dirigente empresario desde los primeros años de la década del setenta. Fue transmitido en exclusividad por Radio Cooperativa. Sostuvo (no es literal pero no se altera su espíritu) que "los argentinos fuimos cobayos de las políticas neoliberales, pero hemos aprendido. Ahora podemos pensar por nosotros mismos. Antes los países centrales nos daban sus recetas. En el 2001 nos proponían la banca off-shore, la entrega de la banca pública, embargar la recaudación impositiva, la intervención del país por un comité de expertos. Cuando la Argentina entró en default, para evitar el contagio blindaron a Brasil con treinta mil millones de dólares y a Uruguay con tres mil millones. Pero luego del 2002, la capacidad de los argentinos se puso en marcha. La industria creció en un 92% desde el 2003. Dejamos de ser tullidos mentales. Tomamos pastillas de avivol. Cuyo exporta vino por 700 millones. Lo que pasó con Argentina es parecido a lo que pasa en el fútbol. Vendimos los grandes jugadores como Alpargatas y Loma Negra entre tantas otras. Para salir hay que ir al semillero, es decir a los miles de emprendedores y Pymes. La industria textil había casi desaparecido. Tuvo el tratamiento de plaga. Hoy exporta por novecientos millones. La carrera de diseño e indumentaria es una de la que tiene la matrícula más numerosa. Hoy la indumentaria de moda es en un 85% nacional. Antes no llegaba al 45%. Recordemos que en 2001 importamos choclo de Francia, pomelos de Israel, hasta alimentos para animales.

Lo que hemos logrado, nunca más debemos perderlo.

Si no lo defendemos los argentinos, no lo va a defender nadie.

A las Pymes no se la debe ayudar porque es débil, sino porque es el motor principal de la economía.

Debe haber alta rentabilidad y altos salarios.

Hoy trabajamos muy fuerte con el Ministerio de Ciencias y Tecnología.

Antes esperábamos las crisis para producir los cambios. Entonces aparecían los iluminados.

Hoy estamos viviendo el período industrial más largo. Debemos diferenciar entre crecimiento y desarrollo. El crecimiento es espontáneo. El desarrollo es crear las herramientas para ir adonde uno quiere ir. Mucho de los países exportadores de petróleo crecen pero no se desarrollan. Ahí convive el jeque con el beduino. El desarrollo no es neutro, afecta intereses. Los que se oponen quieren que seamos solamente productores de porotos de soja. Hay que cambiar la matriz productiva. No es un proceso gratuito. Los que se oponen entienden, pero no quieren eso que entienden.

Tomemos el caso de EE.UU. El Norte quería un arancel sobre las importaciones. El general Grant, el conductor del ejército norteño, cuando fue presidente sostuvo: "Prefiero un traje de mala calidad nuestro, que uno de buena calidad de alpaca inglesa".

El Norte prefería un presente con esos parámetros para tener un futuro diferente. El Sur quería el traje de alpaca inglesa ahora.

Este conflicto de intereses no se resolvió en una mesa de diálogo, sino con una guerra civil que duró cuatro años y costó un millón de muertos.

La soberanía de un país es lo que va dar solución a los intereses de su gente. Ahora hay quienes nos proponen nuevamente endeudarnos. Sólo es admisible para financiar obras de infraestructura.

No quiero volver a formar parte del club de deudores. Tenemos que crecer con nuestros propios recursos.

Tenemos que enamorarnos de este proyecto nacional.

Tenemos que lograr que el salario participe del 50% del ingreso nacional.

Hay que lograr una ocupación territorial del país.

Hay por ejemplo una relación de 7 a 1 entre las ciudades más ricas y aquellas más pobres.

Por todo lo que se hizo y por lo que hay que hacer, debemos defendernos.

¿Hay burguesía nacional?

¿Será este discurso una golondrina solitaria? ¿Es la seducción que produce el 50,24% obtenido por Cristina Fernández en las internas del 14 de agosto? ¿No está incluso el crítico empresario Cristiano Ratazzi seducido ahora por la presidenta, después de haber despotricado durante ocho años? ¿Será sólo un reacomodamiento oportunista? ¿O después de muchos años de alienación ideológica, finalmente han aprendido? ¿Hay burguesía nacional?

Dudas que en la propia marcha se develarán. Mientras tanto el discurso del presidente de la UIA es un soplo de aire puro.