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Yo soy otra

El calor me hace cambiar rutinas. Entonces, por primera vez llamé a la farmacia donde me preparan desde hace años una crema de limpieza. Quería encargar otra similar. No porque crea que es la mejor, sino porque es la única que conozco; por costumbre.

Lo desacostumbrado fue hacer el pedido por teléfono. La persona que me atendió, secundada por otra a quien yo podía oír, me pidió un número que estaba en la etiqueta. - ¿Dónde, en qué parte? - El que está abajo a la derecha - dijo. El otro le sopla: - El que está arriba a la izquierda. Eran dos y no se ponían de acuerdo conmigo que soy una. Si ni siquiera sabía que existía un número, menos voy a saber que había dos. Siempre hago esta compra personalmente.

- Mejor le digo mi nombre, para que nos ahorremos palabras, digo números - manifiesto al hablante, una tarde de mucho calor. No hacía falta agregar más calidez… humana. Suficiente con la que había.

- Me llamo Liz Spett.- ¿Cómo, usted no es, me dice el comerciante, Mariana V…? - No; le estoy diciendo que soy Liz Spett. - Ah -…concluye luego de averiguaciones semi exhaustivas por el poco tiempo empleado, no se la podemos hacer, tiene que pasar por aquí.

- ¿Perdón? - reaccioné bastante bien. El calor parece que me ablanda.

- Un momento, acá lo encontré - susurra el tercero en cuestión, a quien yo podía escuchar.

- Hubo un error de nuestra parte, figura otro nombre - dice el boticario. - Puede pasar a retirarla mañana a partir de las 16.30.

Cuando paso a retirar la loción inspecciono con ojo de lince la etiqueta y compruebo que, efectivamente, no sólo soy otra, sino que el médico que recetó la loción es un encumbrado dermatólogo al que nunca visité. No lo necesita mi piel. Sólo me cuido del sol. Camino en mi casa con sombrero y protección 50. No soy un ser de luz… de luz solar.

Este malentendido, que según parece lleva años, me conduce a la cuestión del «otro». Vastísimo tema tratado por la filosofía, la literatura, el psicoanálisis y en general por todas las ciencias sociales.

Entiendo que la venta y la percepción de dinero en el modo de producción capitalista, represente para los boticarios el momento culmine no sólo de la transacción, sino casi una deidad a la que adorar. Pero a mí me sumió en un completo malestar. Ahora resulta que yo no soy yo. En realidad, siempre pensé que yo era mi hermana menor, que no puedo tener la edad que dice mi documento.

Para el filósofo Emanuel Levinas la presencia del otro es superador de uno mismo. El sólo hecho de que exista otro suscita preguntas. No saben todas las que disparó en mí.

De un pantallazo rememoro la frase del padre de la poesía moderna, Rimbaud, cuando afirma «Yo es otro» y cuando le preguntan a Gustave Flaubert quién es Madame Bovary responde: «Madame Bovary soy yo». Finalmente recuerdo que Lacan utiliza el término Otro - cuando lo escribe con mayúscula - para aludir entre otras cosas, a un orden simbólico, al lenguaje, y para referirse a un semejante, cuando lo escribe con minúscula; otro.

Estos casi enigmáticos aforismos llegan a mi memoria en unos minutos. Claro que en forma descontextualizada, ya que cada uno de ellos merecería un profundo estudio que, no estoy en condiciones de hacer ni es el lugar.

Alejada de estas preguntas que demandan respuestas sesudas y harto profundas, ya en otro paso inquisitivo, me pregunto. ¿Se habrá enterado Mariana V de este malentendido? ¿Configura este hecho un caso de robo de identidad donde acaso la otra persona nunca lo notó? ¿Puedo hacerle un juicio a la farmacia? ¿Me podrán hacer un descuento del 20%, al menos? ¿Cómo me llevaría con mi otra yo, pasado el momento de la agresividad post-presentación, se entiende?

¡Quiero! Estaría bueno esto de dejar de ser yo por un tiempo y tomarme unas vacaciones de mí misma. Por ahí hasta me beneficia si la otra - Mariana V - resultara ser más joven, diferente de mí en ciertos temitas y usara buenas cremas. Cada vez me seduce más la idea.

Encontré lo que no buscaba en la farmacia, después de años de psicoanálisis. La próxima vez que requiera servicios de la botica me anunciaré con el nombre de la otra.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 16.02.14

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