Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Ana Karenina

«Ana Karenina» - Greta GarboEstaba por salir de mi casa cuando me detuvo una imagen por televisión. Se trataba de una cámara oculta donde una mujer amenazaba con matar a un señor con un cuchillo.

El hombre, que resultó ser el ex marido de la susodicha, cuyo nombre era Susana, que de sana no tiene nada, denunciaba este hecho ante un conductor perplejo. Quedé del mismo modo. Por supuesto llegué tarde a mi clase de literatura.

Nada serio se puede afirmar de una imagen casera, lo único que sabemos es que fue escondida a la cuchillera. Tan solo que matar a otro no es una solución práctica. Entre otras cosas, porque no basta con eliminar al perro para que se acabe la rabia. Y entre esas cosas, hay que pagar el muerto - no en este caso ya que se trató de una amenaza - y permanecer a la sombra años. Muy a propósito me acaban de informar que Susana Freydoz, quien mató al gobernador Soria, acaba de salir del coma producto de un fallido intento de suicidio.

Ambos casos representan, hasta donde la prensa informa, ejemplos de celotipia. Esta pasión trata de un sentimiento doloroso, cuyo eje principal es el temor a ser destituido del afecto del ser amado por la presencia de una tercera persona; produciendo actitudes hostiles que en casos extremos hay que lamentar. ¡Ojalá nunca te ocurra!

Desde del Psicoanálisis hay mucha tela para cortar en casos de esta naturaleza. Lo más elemental: la pulsión, que podemos definir esquemáticamente como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático, no reconoce clase social, nivel económico, formación universitaria ni de posgrado. Ella insiste en cada persona de modo particular y según la ocasión. Aunque no la veamos, la pulsión siempre está - como el sol - pronta a satisfacerse.

La literatura, sin proponérselo, innumerables veces se ha adelantado al Psicoanálisis, que toma partido de esta anticipación. Descompone, deconstruye aquello que el artista o el escritor ha amasado con su materia; llámese fantasía, idea o intuición.

Esta introducción sirve para expresar mi nostalgia por aquellas novelas del siglo XIX. En el caso que me ocupa, Ana Karenina, del más grade de los escritores rusos, León Tolstoi (1828-1910). En poesía, Pushkin, según la opinión de mi tata. Llamame tonta, romántica. ¿Y qué?

Al cumplirse 100 años de la muerte de Tostoi, en noviembre de 2010, año que recordaré de por vida ya que murió mi padre, se realizaron varios eventos a los que asistí. Trece días después de la muerte de quien nunca dejó de recordar a la Rusia que lo alojó durante la Segunda Contienda Internacional, me vi imbuida del alma eslava. Fue una buena manera de rendir homenaje a mi padre y al escritor.

Tipo extraño este Tolstoi. En lo mejor de su vida - reconocimiento, mujer, hijos y hasta dinero - lo deja todo y se va. Se va a vivir con y como los campesinos, pregonando una especie de anarcopacifismo. Muere en una estación ferroviaria cuando intenta ir a otro pueblo a educar en la no violencia y en el amor como ley de la vida.

Brevemente, «Ana Karenina» trata sobre una mujer que sufre por amor, tomada por una importante celotipia hacia los capítulos finales. Está infelizmente casada con el Sr. Karenin, tienen un hijo - Serguei - y como no podía ser de otro modo se enamora perdidamente de Vronski. La sociedad de la época castiga con el ostracismo a quien ama - no en silencio - a alguien que no es el marido propio.

Otro ruso - Vladimir Nabokov - en sus lecciones de literatura rusa dictadas en las universidades de Welsley y Cornell le dedica un capítulo extenso y minucioso a esta novela. Quien no crea conveniente leerla - es larga - puede ver la película recientemente estrenada en nuestro país. O la versión con Greta Garbo.

Ana también muere como el mismo Tolstoi en una estación de tren, sólo que se arroja a las vías, en un acto sin retorno.

Toda vez que se trate de un suicidio existe un perjuicio hacia terceros, más allá del cometido hacia la propia persona. Esto es así. El suicidio es una pasión homicida contra uno mismo, pero matar a otro o intentar hacerlo es un abuso; abuso de confianza, pero abuso al fin. Como salida literaria eleva el texto a una dignidad trágica; vale. Como recurso en la vida real degrada, es sucia ya que salpica con sangre.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 21.4.13

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.