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Feliz en el país de las Maravillas

Los humanos tenemos, afortunadamente, formas de evadirnos de la realidad por medio de la fantasía, sueños y las revistitas que anuncian productos todo-lo-puede.

Yo me zambullo en ellas y nado en el estilo «más estúpida de lo que en realidad soy».

Ahora se han puesto de moda unas zapatillas que adelgazan mientras pasás la aspiradora o la lustradora. Se trata de una revolución en forma de bote salvavidas en tus pies. Tienen suela curva y ergonómica que ejercita tus músculos cuando caminás. Claro, hay que caminar. Y no sólo eso, sino que el impacto de la pisada llega a tu abdomen - te lo deja mejor que el de Maravilla Martínez -, sube hasta los senos y le da una especie de input a tu cerebro. Estas zapatillas son la estrella top de esta revistita. Es larga la lista de los preciosos productos para pánfilos. Por no decir otra palabra que comienza con «p» y termina con «udos» / «udas».

En páginas siguientes se leen las virtudes de un suero para la cara que rellena, hidrata, nutre, combate arrugas y hasta la celulitis de los glúteos. Aunque te lo apliques en la cara las moléculas bajan como unos Pac Man ya que se alimentan de esa «piel de naranja» que ciertas mujeres suelen tener.

El dossier muestra luego, una plataforma vibratoria para piernas y muslos que te hará perder kilos desde la primera cuota. La ventaja es que cuando la terminás de usar la podés guardar en cualquier rincón. Flor de ventaja.

Tengo que hacer una crítica a estos magazines. Tienen publicidad mal distribuida. Si en las primeras páginas aparecen las zapatillas milagrosas no deberían abusar de publicidad de otros productos que cumplen el mismo fin: reducir kilos, centímetros, gramos.

No me queda claro por qué ubican en las últimas hojas, como diciendo «si todo lo que te ofrecimos no sirvió» hacete amiga de las pastillas reductoras del sobrepeso. O peor aún, estilizá tu silueta de forma armónica, la faja modela cintura, panza y esos rollitos te hará sentir sexy otra vez.

No entiendo que la rematen con el horno para hacer pan cuya apelación dice que usted puede hacer pan fresco recién salido del horno y untarlo con manteca en cualquier momento del día o de la noche. Justamente pan. ¿No es el pan el enemigo número uno de aquello que pretenden combatir?

Hay alguien que no está entendiendo cómo se maneja un folleto publicitario. Y no es que yo entienda demasiado pero si me ponés el horno en la revistita ya no te creo ni lo anterior que promocionaste ni lo que viene y lo único que quiero es comer pan. Sí ya sé, algunos pensarán que lo del horno garpa porque nunca dará resultado ni las zapatillas ni nada, si le entrás al pan y así se reinicia la cadena. «Me seduce el pan» decía mi padre. Y ustedes no saben cómo. Aquello era un amor perfecto. Mi padre nunca fue gordo ni excedido de peso. Le hacía bien.

Esta revistita parece una publicidad de los '60, del tipo de las piezas publicitarias de Mad Men. Personalmente, le perdono todo a su protagonista Don Draper - Jon Hamm - porque representa un tipo de virilidad de las de antes, un churro que se la banca sin pasarse de vivo. Si Don me vende algo yo le compro.

El concepto con el que trabajan para ofrecer los productos, según puedo inferir es el de «rápido, sin esfuerzo y super fácil». Claro que los publicistas lo aplicaron al folletín más que a su creatividad. Como si un capo hubiese gritado a la manga de subalternos: ¡Vamos chicos, piensen algo rápido, sin esfuerzo y súper fácil que hoy hay partido!. ¡Vamo...!

Un poco más aggiornada es la revistilla de una cadena de farmacias. Un poco, no más. Acá el concepto que utilizan siempre desde mi punto de vista es el de «calidad de vida» y «polirrubro». Claro que a veces derrapan. Me pregunto quién va a las charlas que promueven, en especial la de «El secreto para que tu hogar brille como brillás vos». ¿A quién le puede interesar perder una tarde para que su bañadera luzca más brillante? En principio hay que cambiarla por otra nueva y después lavarla con agua y jabón. Para mí es así. Terminó la charla. En tren de imaginarme algo más interesante, pensaría en una persona que la tenga clara, digo el pensamiento, no la bañadera. Como si dijera: Yo no brillo, soy opaca, nunca voy a brillar, quisiera que al menos mi bañadera brillara.

Todo lo que promocionan tiene tres pasos. Ah sí, sí, sí, los pasos - steps - del inglés, están de moda. «Tres pasos para tener un liso perfecto...» dice el dossier y ¡te los explican!

Primero paso: Sacá la traba. Significa abrir.

Segundo paso: Ubicá el envase cerca de tu pelo. Obvio, más que obvio. ¿Dónde lo vas a ubicar? ¿En los pies? No es un producto para los sabañones. Además ya no existen.

Tercer paso. ¿Adivinen? Sí, dice peiná tu pelo.

Lo que más me gusta es este nuevo modo de llamar al pelo. ¿Qué me dicen de los rizos obedientes y del pelo indisciplinado? ¿Se refieren al pelo o se trata de cierto recuerdo melancólico del servicio militar? Si a mi pelo lo llaman de esta manera, esa línea de productos no la compro. Y sigo con el pelo como lo tengo. Mal.

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