Imprimir

Ojos Grandes

ojos3La última película de Stanley Kubrick se titula «Ojos bien cerrados». El montaje final no lo hizo el director porque murió antes. Nicole Kidman y Tom Cruise - la pareja protagónica - al poco tiempo se divorció. Se ve que la cosa ya no marchaba entre ellos.

El film «Ojos Grandes» que narra la historia de la pintora norteamericana Margaret Keane, quien dibujaba niños con enormes ojos, como agujeros negros unas veces, otras como bolas incrustadas en una carita, viene a decir lo contrario. Que cuando no querés ver por más ojos grandes que tengas, no ves, permanecen cerrados.

No voy a actuar como una «spoiler» del film, pero como se trata de una historia verídica, afirmación de la que descreo siempre, cualquiera puede indagar en la vida de los Keane. Sí, porque Margaret tenía un marido que se pretendía también artista, aunque ella nunca había visto nada de su obra, ni le preocupó conocerla. Ella necesitaba un marido y él la necesitaba a ella para juntar una moneda. Juntó más de una. En los tardíos ’50 la pintura firmada por Keane se vendía a ojos vistas como pan caliente. El pequeño problema es que ella era la pintora - tampoco una gran artista, pintora un tanto kitch - y él se hacía pasar por el verdadero autor.

No es que se hayan complotado para realizar un atraco - estafa - a lo Bonnie y Clayde. Cuando Margaret descubre la impostura, que en algún lugar de su inconciente ya sabía, decide continuar por temor a la represalia de su marido. Y no se equivoca. El tipo comienza con una violencia soft que termina en hard y en los tribunales, lógicamente.

Aquí me detengo con el film y paso a Colette, la escritora, guionista, y talentosa Gabrielle Sidonie Colette. Amiga de Proust, lectora de Balzac, que llevó una vida agitada con jóvenes hombres y con jóvenes mujeres, fue una de esas mujeres a quien no le gustaba pasar su vida a la sombra de otro. Sin embargo, también atravesó una historia similar a la de Margaret. Casose con un bon vivant-periodista de poca monta, bah, un vividor que a ella le debía parecer el mejor del condado. Cuando se instalaron en la Ciudad Luz, hubo que pagar tal movida y el franco escaseaba. Henry Williams - Willy - para los amigos, a la sazón quince años mayor que Colette, la animó a escribir - por no decir que la puso a escribir - mientras él se pavoneaba por allí, haciéndose un tiempo para firmar la obra. Tanto Walter, el marido de Margaret, como Willy, que así se llamaban ambos maridos respectivamente, usaron y abusaron del talento de sus mujeres. Pero ellas lo sabían; hubo al comienzo una asociación consentida.

Es cierto que con dos ejemplos no se puede hacer teoría; sin embargo, la pregunta que se impone en ambos casos es: ¿ellos usurparon el lugar o ellas delegaron el trabajo sucio de promover la obra? No hay ingenuos en estas escenas, ni culpables, sí responsables.

En un primer momento ambas mujeres eligen libremente, luego esta especial relación amorosa, que de amorosa tal cual se la entiende en el barrio no tiene nada, se convierte en una relación de sometimiento, de temor, de villanía. Además de las razones económicas, sociales y familiares propias de cada época que las llevan a continuar con esta falsedad, deben existir otras, que en una combinación con las anteriores, hacen de la vida algo insoportable. Son mujeres que sufren al otro, lo padecen. Esto las avergüenza, no se sienten libres para hablar de esta estafa en la que se encuentran inmiscuidas. Pero ¡ojos abiertos!: no son inocentes. En todo caso algo de la comodidad se ha instalado en ellas. No querer saber es una pasión a la que es difícil sustraerse, hasta que se transforma en invivible. Algo de la necesidad de castigo se cuela, aún sin saberlo ellas.

Colette, luego de su divorcio de Willy, tuvo una vida excepcional, en el sentido de lo menos convencional y más extravagante para la época, plena Belle Époque. Margaret Keane (foto) vive en Hawai, se casó por tercera vez. Continúa pintando.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 8.3.15.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.