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Musas

Alma MahlerEste año se conmemoran los 100 del inicio de la Primera Guerra Mundial. La televisión se ha encargado de mostrárnoslo por medio de inéditos documentales; aparecieron dossiers e investigaciones en todos los medios. De esos años donde el mundo comenzó una voltereta que aún no cesa, vale la pena detenerse en sus creadores. Abanico que aúna a músicos, escritores, pintores, dramaturgos y bohemios al por mayor. Fueron años de gran apertura a las ciencias y a las artes. Se creía en el progreso y con él, la llegada del bienestar social era solo cuestión de tiempo. Los albores del nuevo siglo - 1900 - prometían beneficios que aún hoy están por verse en el plano socioeconómico principalmente. Tengo para mí que siempre todo está por verse.

De este recitado y deseos de buenos augurios que no fueron, sí podemos destacar el papel que jugaron ciertas mujeres como musas inspiradoras de grandes talentos.

Para el mundo griego las musas eran nueve. Cada una de ellas presidía las diversas artes liberales y las ciencias. Existía una musa para la Música, la Historia, Comedia, Tragedia, Danza, Elegía, Poesía, Astronomía y Elocuencia. Eran hijas de Zeus; vivían en el Parnaso. Lógicamente esta leyenda fue dejando lugar a su encarnación por mujeres de carne y hueso, mujeres con apellidos que fueron cambiando, debido a sus múltiples casamientos. Lo que no cambió con el arribo del nuevo siglo - 1900 - fueron las virtudes que ellas provocaban en quienes las elevaban al plano de propiciar talento en el otro. Un halo misterioso hacía que los ya beneficiados por cierta aptitud para realizar determinada tarea, vieran favorecida su labor por obra y gracia de la mujer que tenían cerca, pero un paso más atrás. Mujer a la que se le pedía que acompañara con presencia, pero rara vez se propiciaba en ella tareas en las que descollara.

El concepto universal de la época admitía aquello de que «detrás de todo gran hombre hay una gran mujer». Estaba bueno que ella se destacara socialmente, pero no tanto como para opacar al gran hombre. De la fuente de la inspiración sólo el notable debía beber.

Tenemos como ejemplo a Misia Sert nacida en San Petersburgo en 1880 como María Olga Godebska. Sólo después de su tercer matrimonio con el pintor Josep Sert toma ese apellido y lo conserva aún después de divorciada. Sus anteriores maridos también fueron prestigiosos. El primero fue un periodista y creador de la célebre revista «La Revue Blanche». Después de hacer «relaciones sociales», como toda mujercita de bien, en pro de esta revista y su esposo, conoció a un multimillonario con el que también se casó. Con Sert conoció la pasión, que como todo el mundo sabe, nunca termina de la mejor forma. Mallarmé, Proust, Diaghilev y todos en el «mundo de la época» la frecuentaron. Causó el deseo de muchos hombres y mujeres.

El paradigma en esto de causar el deseo de otro, de representar la condición de posibilidad para que otro se exprese fue Alma Mahler - Gropius - Werfel. Con estos grandes se casó, pero tuvo además una corte de admiradores para quienes cumplía la condición de ser la dama de sus pensamientos y creaciones, entre ellos Gustav Klimt y Oskar Kokoschka.

De Alma conocemos parte de su historia legendaria a través del libro «Mi vida», texto que recoge papeles, diarios y anotaciones que escribió cuando ya era una anciana. Murió en 1964.

Con Mahler tuvo una relación tormentosa, se sabe que a un artista no le gusta compartir su musa en salones, llevar una tupida vida social y que necesita silencio. Aunque enamorados y tal vez por esto, ambos no la pasaron bien. Tanto que Mahler toma una sesión con el mismísimo Freud. Según Alma, cuyo nombre resulta un acierto en relación a su función de insuflar vida, el maestro vienés le dijo al músico: «Usted busca en cada mujer a su madre, a pesar de que la suya fue una pobre mujer enferma y atormentada». A Alma le resultó una apreciación tonta. Tanto Gropius, el creador de la escuela de arquitectura más prestigiosa de la época - La Bauhaus - como Werfel un escritor que supo tener reconocimiento, tampoco lograron aquietar el agitada alma de Alma.

Ambas mujeres terminaron solas y no demasiado felices aun teniendo en sus manos las llaves de la creación que los diferentes artistas depositaron en ellas.

Una musa bien contemporánea es Patti Smith. Sirvió de inspiración a muchos participantes de la cultura punk intelectual neoyorkina - el pintor Mapplethorpe, Bob Dylan, Andy Warhol y Lou Reed entre otros, pero y he ahí la gran diferencia con las anteriores, lo hizo en el modo «juntos a la par». Aún vive, tiene familia, hijos; continúa creando e inspirando.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 28.9.14.

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