Imprimir

Perfume de mujer

Cuando le preguntaron a Marilyn Monroe qué usaba para dormir, contestó con ese mohín de chica algo tonta, supersexy y vamp como se decía en los ‘60: «unas pocas gotas de Chanel Nª 5». No podía contestar duermo desnuda. El código Hayes de censura, que duró hasta 1968, lo prohibía.

Si la firma había pensado con anticipación esta suerte de publicidad no tradicional, no lo sabemos. Seguramente los publicistas de la Avenida Madison estaban más preocupados en ganar la batalla de la publicidad subliminal, esa que aparecía fugazmente y desaparecía como un rayo, en medio de una película, con la figura de Kennedy o algún producto de la época: Coca Cola, Pepsi o Marlboro.

Fue la época dorada de los anuncios. La firma Chanel agradecida. Ignoro si proveyó de la fragancia a la blonda durante toda su vida. En todo caso, no representó una gran erogación. Murió en 1962.

Se podría trazar una historia de la vida cotidiana desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días, tomando como eje el perfume, las esencias, los óleos y demás sustancias que contribuyeron a que el olor a lo humano fuera disipándose, en pos de un mayor alejamiento de lo animal.

La perfumería en tiempos del Rey Salomón conoció un auge especial. La Biblia recuerda la visita de la reina de Saba que, intrigada por la sabiduría de Salomón, llegó a Jerusalén con gran número de camellos cargados de aromas, oro y piedras preciosas. Y dice: «Nunca llegaron aromas en tanta abundancia como la reina de Saba dio al rey Salomón».

En El Cantar de los Cantares recita la Amada: «¡Que me beses ardientemente con tu boca! Porque tus amores son más deliciosos que el vino; - sí, el aroma de tus perfumes es exquisito, tu nombre es un perfume que se derrama».

Afirma Freud que en el momento en que el ser humano se irguió sobre sus pies, - separó la nariz de la tierra -, el olor pasó a un segundo término y fueron más importantes la vista y el oído. Sí, porque no vivimos pegaditos unos a otros. Sin embargo, el poder evocador del olfato continúa siendo uno de los más potentes.

Ahora, todo tiene olor a algo distinto de lo que es. Existe un higo con olor a menta, una menta con olor a higo, un tabaco con olor a chocolate y un chocolate con olor a pimientos. O sea, nada es aquello que inicialmente fue.

Leo que Madonna sacará un perfume con olor a whisky. Le encanta el aroma, aunque no lo toma. Será una fragancia para el público masculino y para algunas ellas a quienes el jazmín de grasse, el almizcle y las notas florales de un bouquet de flores rococó rosadas, no les va.

A Proust una simple galletita - magdalena - le evoca en forma involuntaria un plano sensorial que le sirve para una novela de siete tomos. Claro que su actitud, es la de estar abandonado a la experiencia. Él se deja tomar por aquello que evoca, no se lo guarda, va y lo escribe fenomenalmente. Tan fácil como esto.

Las chicas Beyoncé, Shakira, Britney Spears, la Sharapova, por supuesto J.Lo. Jennifer López y Paris Hilton hacen todo más fácil que Proust. Se dejan tomar por alguna empresa perfumera, prueban qué aroma las ¿representa? en un frasco chico, mediano o grande y lanzan al mercado sus presencias en una exótica botella. El envase del perfume en cuestión, es más importante que las notas musicales que emiten, así como las notas aromáticas de la esencia que promocionan.

El perfume unisex, lenta pero inexorablemente está pasando al olvido. Llegó la era de las definiciones. Claro que tenés más de dos opciones para elegir. Seguro vas a encontrar alguno que te convenza y si no te lo mandás a hacer. En la actualidad está de moda la customización - hecho a tu medida, gusto y preferencia. Claro que tendrás que pagar por ello.

Las grandes firmas cuentan con un segmento al que se les prepara una poción singular. ¿Te imaginás una Gran noche de Gala, en Mónaco, donde el jet set y la cada vez más escasa nobleza femenina huela únicamente a Madame Rochas? ¿Y todos los hombres al mismo Eau Sauvage? No, para eso mejor el demodeé Old Spice y hasta Las Plumitas de Altai.

Cuando me preguntan qué perfume uso, miento. Jamás confieso el nombre del que llevo puesto. Es algo absolutamente particular que mucho me ha costado conseguir. No por lo caro sino por su singularidad. Por eso, jamás usaría un perfume de los antes nombrados.

Salgo del paso elegantemente; digo que es un perfume que se ha discontinuado. Como el que usé durante años. El agua de Laura Ashey. No se hace más.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 11.5.14.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.