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Guardiola, el que no pudo motivar

Pep GuardiolaDe fútbol entiendo poco. Sin embargo, leo los grandes titulares referidos a la pasión de multitudes. Me gusta saber de qué hablan los hombres cuando no hablan de mujeres.

Conocí el nombre de Guardiola hace unos años, cuando aún dirigía el Barça. Un barcelonés en su propia tierra, hablaba de él como si de un semidiós se tratara. Reservaba el nombre de Dios para Messi. Dios no lo permita, no puedo reproducir los improperios que le dedicó a Cristiano Ronaldo. Debo reconocer que a partir de una serie de charlas con el catalán, se me abrió un mundo hasta ese momento desconocido y con otra densidad. Gracias a él entendí que el fútbol no es soplar y hacer un gol, sino que lleva implícita una estrategia, una técnica y un sinfín de habilidades y destrezas que muchas veces se tienen y otras se obtienen, a fuerza de ejercitarse.

Seguí la trayectoria del DT con cierta asiduidad también movida por su fina estampa y porte. ¡Y qué trajes, coño! Después, comprendí porque los domingos son sagrados para ciertas personas. Y cómo algunas frases «transpirar la camiseta» o «la camiseta no se mancha», «el club de mis amores», cobran un espesor que otras ramas del desempeño humano no alcanzan.

Por eso cuando Guardiola pasó al Bayern Múnich, me sorprendí e intuí que algo del metal líquido se debía estar jugando en ése partido.

Estos últimos días leí que el ex DT se retiró «porque ya no podía motivar a sus jugadores». Más allá de la veracidad de esta noticia, la afirmación me dejó picando ciertas preguntas.

Motivar significa animar a alguien para que se interese por alguna cosa. Ser la ocasión para que se despliegue un interés, causar a otros.

Demás está decir que en un equipo de fútbol debe primar el interés de todos y cada uno. De otro modo no se convierte en el espíritu de cuerpo, que es más que la suma de los intereses particulares. Bah, no se convierte. De fútbol y por ahora nada más.

¿Qué es el interés por las cosas cuando nos referimos a las personas, sino uno de los nombres del deseo, del motor de los humanos?

El verdadero interés - no el creado artificialmente que más se parece a una ley a cumplir, a órdenes que ordenan una vida pero no la realzan- es más fácil de enunciar que de realizar. Sino por qué dirá el refranero popular «que no decaiga el interés»; «espertar el interés». Parafraseando al autor del ya famoso dicho don Jacobo - «billetera mata galán» - Winograd, «interés mata comodidad». Sí, porque el interés no siempre se lleva bien con el confort. A veces es necesario atravesar la comodidad para sostener un deseo.

Perdón ¿Quién dijo que era fácil?

A una edad donde el camino recorrido es mayor que el que falta por recorrer, el interés es el mayor capital del que se dispone.

Otro ejemplo sacado de las notas de color de los diarios y televisión informa, que ya se pusieron a la venta las entradas para el recital de Luismi, que dará en octubre. Fue el último viernes 21 de marzo cuando cayeron rayos, centellas y lluvia. Las chicas, porque había más chicas que muchachos, armaron una modesto techo para protegerse de morir en el intento de la compra. ¿Si esto no es interés, motivación, deseo, qué es? Comodidad no es. Estaban desde hace días acampando en ese lugar.

Una de mis profesoras de stretching dice que uno tiene la edad de su columna vertebral. La propia, no la de ella. Debe ser verdad, pero cómo ayuda el deseo, el interés o como quieras llamarlo, a ser más joven que las vértebras ¿no?

Un interés no es igual a algo interesante. Jamás leí un libro de Autoayuda, pero entiendo que por algo se empieza, que intuyo es lo que recomiendan esos libros. Hoy comenzás por interesarte en algo, y mañana te convertís en un referente al que se acude para consultar por ese algo.

Volviendo al titular futbolístico y haciendo un paralelo con lo anterior podemos decir, algo así como si se despertara un interés que Pep no logró levantar en el Barça.

El cuarto gol convertido por Messi contra el Real Madrid el último domingo 23 no parecía fruto de un desmotivado. Sin embargo, voy a creerte guapo, que tu partida se debió a lo que dices.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo

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