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Perdimos todos

Sr. Director

Llevamos más de 100 años sumergidos en un mismo conflito. Asistimos a una nuena ola de violencia entre Israel y los palestinos sin un número de rounds determinado.

Más de lo mismo; siendo lo mismo la destrucción y la muerte indistinta. Ya deberíamos estar cansados de este «reality show» macabro; pero no; ahora continuamos discutiendo sobre quién ganó, perdió o si terminó en empate.

El verdadero asunto no es la guerra pasada ni la próxima, sino los intervalos. Es en esos períodos en los cuales todo se transforma en disfraces para encubrir lo esencial: decir paz pero sin dibujar el mapa.

Hamás es despreciable por su doctrina clerical y reaccionaria y por  su radicalismo intransigente, pero terroristas ya somos todos.

Nadie puede aparecer como bueno en una guerra. Sólo idiotas creen todavía en guerras limpias. La suciedad ya es general. Cohetes contra civiles y daños colaterales son la misma cosa.

Los moderados y verdaderos sionistas pierden cuando se organizan elecciones extrañamente próximas a una nueva operación militar, con ánimos de sangre exacerbados. Pierde la lógica, la responsabilidad nacional y el verdadero camino para la eterna existencia de Israel que los hipócritas piensan que está depositada sólo en las armas. Es una evidencia que, en caso de guerra, la paz negociada es el objetivo a ser dañado.

Si la historia enseña algo, podríamos pensar en imágenes de tropas que salen a combatir al iniciarse las guerras: el deseo de venganza, los vítores de la población llena de entusiasmo patriótico, y las imágenes de los regresos: mutiladas, carcomidas, doloridas y con el alma partida en pedazos.

Un Estado que sólo se mantiene por victorias militares es un Estado muerto a priori. Depender sólo de batallas es más un cementerio a la vista.

La Guerra de Yom Kipur, para quien quiera realmente aprender algo sobre guerras, es un manual de lecciones sobre lo que no hacer en términos de arrogancia, autosuficiencia y estupidez.

Sólo resta lo grotesco de la discusión sobre quién ganó. Pero perdimos todos.

Atentamente.

Asher Bankier
Rishon LeZion