Amigos de Israel en línea,

Irán domina las primeras planas de la prensa isrealí los últimos fines de semana. El motivo es nuestra alta preocupación: un eventual ataque israelí a las instalaciones nucleares del Gobierno de Teherán.

Israel, el único país del Oriente Medio del que se piensa que cuenta con un arsenal nuclear, considera una amenaza existencial la posibilidad de que Irán tenga también una arma atómica.

Ehud Barak, para resaltar la necesidad de actuar lo antes posible, recurre a lo que llama «zona de inmunidad»; la idea de que llegará un momento a partir del cual el programa nuclear iraní no podrá ser destruido con bombas israelíes, porque parte de su infraestructura estará protegida bajo tierra.

«Si fuera iraní, en las próximas 12 semanas estaría preocupado». Esas declaraciones formuladas hace pocos días en el Canal 2 israelí por el ex jefe del Mossad, Efraim Halevy, se convirtieron en un símbolo del debate público en Israel sobre lo que algunos aquí ya llaman «el dilema entre la bomba o el bombardeo».

Al desarrollarse infructuosamente hasta ahora las negociaciones entre Irán y las potencias occidentales, sin que se halle fórmula alguna que detenga el programa nuclear, la ansiedad en Israel aumenta.

Netanyahu dice que «Irán no cree que hablamos en serio». Barak agrega que «ya queda poco tiempo» y para nosotros, ese desenlace, en un país gobernado por ayatolas y cuyos líderes máximos llaman a nuestra destrucción, es una combinación inaceptable; una amenaza existencial.

De por medio está la percepción generalizada en Israel de que Irán no busca en las negociaciones más que ganar tiempo, sin intención alguna de transar.

Claro que de fondo está la gran pregunta acerca de si realmente la ecuación es «bomba o bombardeo». O sea ¿es seguro acaso que si se bombardea las instalaciones nucleares no habrá bomba atómica en el futuro?

Lo que es imposible afirmar por ahora es si las recurrentes advertencias de Israel a Irán son el reflejo de un plan que podría llegar a concretarse o simplemente una pieza clave en toda esa guerra de nervios.

Toda esta incertidumbre es ya desesperante. No se puede enloquecer a la población con insinuaciones.

¿No les parece?

Atte.

Ariel Moscona
Natania