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Conmoción

Sr. Director,

El asesinato en Toulouse de tres niños judíos y un profesor de hebreo conmocionó a la sociedad francesa y a todo el mundo civilizado, poniendo así de manifiesto que lo realmente grave es la muerte violenta de personas inocentes, con independencia de sus creencias, origen étnico o procedencia social.

Francia parecía ser un país con gente tolerante y acogedora, donde tenía cabida cualquier tipo de credo o ideología, siempre y cuando respetara los límites mínimos de la convivencia; y otro tanto podría decirse de otros tantos países europeos.

Sería muy imprudente agitar y generalizar ahora con el fantasma de la xenofobia y el antisemitismo; más aún, cuando la investigación va encarada hacia Al Qaeda y nadie sabe en que podrá derivar.

Sea como fuere, conviene resaltar que la convivencia entre comunidades no puede quebrarse por la irracionalidad de unos.

Quienes llevan a cabo este tipo de barbaridades sólo representan a los ejes del mal que los envían, y que todos sabemos quienes son y donde están.

No se trata de judíos o musulmanes, sino de personas, cuyo derecho a la vida está por encima de cualquier fanatismo en Francia y en cualquier parte.

Quienes no estén dispuestos a aceptar este clima y comportamiento de pluralidad y tolerancia que caracteriza a la sociedad occidental, no deben vivir entre nosotros.

Lo saludo atentamente.

Eugenia Galante
Barcelona