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Para mis hermanos chilenos

CUANDO REGRESE

(Escrito en Ashdod, Israel, para todas las mujeres de mi País)

Mañana cuando regrese estarás ahí

Querida madre, más bella y majestuosa que nunca.

Disfrutaré la neblina del amanecer en el Bio Bio

Y descubriré que ya no duermen en pesadillas reales

A su amparo, tus niños.

Veré la tarde temprana y gris del invierno en Temuco,

Reconoceré sus jardines universitarios a mi paso lento

Para luego descansar al cobijo de un sauce lagrimón pero sabio.

Serenamente dormiré a orillas de tu Playa

Sin temores ni miedos al resguardo de las cuatro esquinas

Rodeada de tus estrellas tutelares, La serena.

Viajaré en una nave astral hasta tu valle Lunar,

Paisaje inhóspito y melancólico pero imperturbable en el tiempo.

Me bañaré al amanecer en tus geíseres de Tatio,

Envidia de países hermanos, fuente de juventud infinita.

Despertaré en lo alto de tu cumbre nevada Farellones

Y veré desde la altura en tus andariveles

A tus ardientes atardeceres bullentes de hermanos

Jugando con tu blancura, babeando de alegría

A corazones llenos.

En vuelo fugaz, emulando al condor, bajaré

Y visitaré a mi Santiago de la nueva Extremadura.

Entre follajes sin nombre, caminaré por sus avenidas floridas,

Oiré a las musas de su música venidas desde las infinitas almas artistas.

Ya no habrá nubes grises por sobre mi mirada,

No habrá mendigos de esperanzas,

No habrá niños aspirando muerte

Ni autos exhalando cancer.

Sus calles volverán a ti, a tus niños, a los volantines en septiembre,

A los artistas espontáneos en las esquinas,

A una policía amiga, sin armas y con alma.

Tomaré camino a mi norte chico,

Verde, fructífero, minero,

Padre de Gabriela, sinfonía de letras en mis recuerdos.

Niños danzando en ronda, calzados con sueños,

No habrá piececitos descalzos azulados de frío.

Me detendré en tu puerto, Coquimbo;

Estará rebosante por el gran tesoro que Francis Drake te dejó

Agradecido por tu cobijo en tu bahía.

Tus pescadores de ilusiones estarán en alta mar

Tranquilos, seguros de volver,

Porque firmaste en papel sellado su destino.

La luna y las estrellas iluminarán la arena y el mar

De tus playas a mi paso nocturno por Tongo y hasta los Vilos,

Amaneceré en Reñaca, café cortado despertará a mis ojos

Embelesados de tu belleza marina.

Cueca de caracolas cantando en tus ventanas abiertas;

Iré a saludar a Pablo en su casa en Isla Negra;

Saborearé un caldillo de congrio por su memoria.

Visitaré a mis cerros amigos, renovados de vivos colores,

Con sus venas restauradas, regalo de la Unesco,

Y valorado por su gente y resguardado por sus mujeres,

Correré por una de ellas en silencioso andar

En descenso hasta su corazón, Puerto Principal.

Nadaré hasta tus islas lejanas y misteriosas,

Guardianas de secretos mitológicos,

Y descubriré por mis ojos la fidelidad eterna

A sus ancestros Rapa Nui.

Me dejaré llevar en liviana ingravidez por tu corriente

De Humboldt para sorber un caliente curanto en tu orilla

Y no veré al nefasto plástico afeando tu dibujado rostro

Puerto Montt.

Y vendrá el Presidente Allende a mi memoria.

Podré ver la riqueza de tu mar de kriles

Alimentando los espíritus y los corazones de mis hermanos

Rodeando a tus incontables islas sin nombre.

Veré de lejos el regalo que le has dado a la humanidad entera,

Ejemplo de ecología, Parque Nacional Torres del Paine.

Terminaré mi ruta soñada en una gran fiesta de frac

Donde unos gigantes marinos, mamíferos majestuosos,

Serán mis anfitriones, Antártida.

Y me quedaré en eterna vigilia, porque me permites habitar otra casa

Sin perder mis derechos de hija mimada.

Y cuando regrese, tus brazos me asirán leales y fieles a mi origen

Y a mi historia.

Janina Oyarzun Israel
Hija de Chile