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Deporte global

Estimados amigos,

El fútbol se convirtió en el arquetipo mismo de la globalización en su última fase. Entre los símbolos aceptados de la misma, es el más extendido y más considerado que la mismísima democracia, la economía de mercado o el internet.

Incluso donde no hay electricidad ni agua corriente, de la sabana africana a las alturas andinas, desde los baldíos de Jerusalén a los campos de refugiados en Gaza se juega al fútbol.

Aparte de comer, beber y procrear, se trata sin duda de lo único que miles de millones de seres humanos poseen en común sin distinción de nacionalidad, religión o color de piel.

En los años '60 se inventó el concepto de aldea global para definir el planeta en la era de los medios de comunicación de masas. La globalización acentuó este rasgo. Los habitantes del planeta comparten referencias culturales aunque vivan en Tel Aviv, Londres, Tokio o Buenos Aires. Pero los ciudadanos más conocidos y populares de esta aldea global ya no son los líderes políticos o las estrellas de Hollywood, sino los grandes jugadores del fútbol, como Messi, Cristiano Ronaldo o Beckham.

La FIFA, con 208 miembros, cuenta con más socios que la ONU, que solamente tiene 192. Sus decisiones son rigurosamente respetadas por todos los países miembros, lo que no es el caso de la otra organización mundial, que amontona un excesivo número de resoluciones sin que llegue a conocerse el menor principio de aplicación.

La FIFA
puede hacer convivir países como China con Taiwán o Israel con Palestina, cosa que la ONU es incapaz.

Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU, reconocía poco antes del Campeonato del Mundo que la organización que él dirigía veía con ojos de envidia el Mundial, como cima del único deporte verdaderamente global, jugado en cada país por todas las razas y religiones.

Cuando se juega el Mundial, todos los conflictos se postergan por un mes. Convendría que organizarlos cada dos años.

Los saludo atentamente.

Alejandro Wisotzky

Córdoba