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Bibi en jeans

¿Puede un candidato estar alguna vez tan adelante por su propio bien?

A medida que la contienda electoral de Israel empezó con una campaña relámpago de propagandas televisivas durante dos semanas, el primer ministro Binyamín Netanyahu está combatiendo un problema que, a primera vista, pudiera parecer envidiable: al parecer todos están seguros de que él ganará.



En el sistema de gobierno israelí de coalición multipartidista, ese supuesto ha llevado a muchos de los seguidores tradicionales de Netanyahu a coquetear con partidos de menor tamaño que atienden a intereses especiales.

Un asombroso 81% de los encuestados prevé que él obtenga otro mandato, con base en una encuesta conducida por el Instituto Dialog y publicada en el diario «Haaretz». Sin embargo, desde esos días las encuestas han mostrado que el apoyo está bajando por la lista conjunta de candidatos que Netanyahu encabeza junto al ex canciller, Avigdor Liberman, de sus 42 actuales en el Parlamento, de 120 escaños, a tan sólo 32.

«Ese es el gran peligro de ir a la cabeza: cuando todos dan por hecho que él va a ganar, sienten que tienen el lujo de votar por su verdadera ideología», aseguró Gadi Wolfsfeld, catedrático de comunicación política en el Centro Interdisciplinario en Herzlía.

«Irónicamente, lo que él está intentando hacer es probar que la izquierda realmente podría ganar. Si él puede socavar de alguna manera esa certeza de que va a ganar, entonces tiene una oportunidad realista de recuperar algunos votos, agregó Wolfsfeld.

Analistas políticos afirman que este desafío se ha vuelto más complejo debido a una campaña deslucida, pugnas internas y una serie de errores estratégicos que incluyen críticas a otros conservadores.

Si bien Netanyahu aún es el favorito para formar el siguiente Gobierno, algunos pronostican que podría terminar con una mayoría relativamente baja en el Parlamento, en vez de una amplia coalición de unidad que le daría rienda más libre para fijar política y definir su legado.

«En algún punto entre desastroso y catastrófico», es como Sam Lehman-Wilzig, subdirector de la Facultad de Comunicación en la Universidad Bar Ilán, describió la campaña del funcionario al frente hasta ahora.

«Es puramente un emocional 'no queremos a la izquierda en el poder' y 'confíen en mí' y 'tengo experiencia y es por eso que ustedes deberían votar por mí'. No creo que eso vaya a entusiasmar a muchos», señaló.

Los detractores dicen que el primer error de consideración fue la decisión de fusionar el Partido Likud de Netanyahu con el ultranacionalista Israel Beiteinu de Liberman. Eso, combinado con unas elecciones primarias del Likud que expulsaron a varios moderados populares, se ganó el rechazo de algunos electores centristas, destacaron los analistas.

Después, a medida que integrantes de la ultraderecha nacionalista y religiosa llegaron con Naftali Bennett, el carismático líder joven del nuevo partido Habait Haiehudí, Netanyahu lo atacó tanto a él como al ultraortodoxo Shas, por largo tiempo su socio político. Al parecer ambos ataques repercutieron negativamente.

Algunos expertos y gente del Likud-Beiteinu se quejan de que el primer ministro ha estado muy callado y reactivo, y que su reciente impulso sobre construcciones en Jerusalén y Cisjordania ponían al conflicto palestino en el centro de la campaña, obligando a la amenaza nuclear de Irán, con respecto a la cual él es más fuerte, a entrar a segundo plano.

En la mayoría de estos casos, «se pueden ver las huellas digitales del consultor político estadounidense Arthur Finkelstein», afirmó Gabriel Weimann, catedrático en la Universidad de Haifa que se especializa en comunicación política. Finkelstein fue llamado a Jerusalén a medida que la campaña se estaba viniendo abajo, en tanto varios analistas y gente enterada dice que ya pueden ver el comienzo de un cambio de estrategia.

Para empezar, los ataques dirigidos a Bennett han cesado. Además, todo parece indicar que Netanyahu se está volviendo menos rígido: hizo una demostración de vestir jeans para asistir a un evento de campaña de jóvenes profesionales, se mostró cálido y afable en una entrevista para una transmisión radial y sentado en su hogar de infancia mientras recordaba haber jugado con la pelota y asar papas con sus hermanos.

Quizá un aspecto de mayor importancia, el mandatario nuevamente está enfocado en oponentes a la izquierda. Durante la semana que pasó, tres líderes de partidos de centro-izquierda hablaron de unirse para crear lo que llamaron una «alianza de bloqueo» para impedir que Netanyahu forme el siguiente Gobierno. Si este esfuerzo de los tres se coagula en una amenaza creíble, pudiera asustar a los electores muy confiados en la reelección del primer ministro, que querían enviar un mensaje eligiendo a un partido más pequeño.

«El enfoque principal será, por supuesto, que podamos enfrentar a una coalición de esos tres partidos al día siguiente», afirmó Silvan Shalom, prominente ministro del Likud, sobre el nuevo mensaje de la campaña. Reconociendo los tropiezos hasta la fecha, Shalom prometió: «Tenemos que empujar con más fuerza; tenemos que trabajar más arduamente; tenemos que explicar».

Las campañas israelíes son un sprint, en tanto analistas advierten que podría haber un importante movimiento antes de la votación, particularmente después que el efecto de las propagandas televisivas sea dado a conocer. De hecho, el rostro de Netanyahu ya aparece en todas las ciudades de Israel, a la par del lema de la campaña: «Un primer ministro fuerte para un Israel fuerte».

Netanyahu hizo una breve aparición en un club de baile, pasando varios minutos extendiéndose fuera del escenario para tocar unas cuantas manos, con guardaespaldas cerca por tres lados. Habló durante menos tiempo, preguntando dónde estaban sus hijitos en la muchedumbre y bromeando después: «Todos ustedes son mis hijos».

«¿Quién debe seguir protegiendo a Israel?» preguntó. «Existe una sola elección».

Cientos de personas entre 20 y 30 años de edad, en su mayoría varones, llenaron la pista de baile, aunque unos pocos bailaron pese a la música pulsante, más bien con la vista clavada en teléfonos inteligentes o agitando varitas de luz fluorescente.

«Una votación por un partido pequeño debilita a Israel», leían volantes de campaña distribuidos en el partido. «No desperdiciaré mi voto».

El problema del candidato a la cabeza estuvo claramente de manifiesto en varias entrevistas en el mitin. Richard Binstock, de 33 años de edad, inmigrante de Londres que trabaja en el campo de alta tecnología, dijo sobre Netanyahu: «Él representa a Israel y defiende a Israel y yo respeto eso».

Samuel Scott, de 32 años, quien trabaja en marketing y votó por Netanyahu en 2009, expresó una actitud similar. «Sí; admiro a Bibi personalmente; y soy miembro del Likud. Pero, ellos quizá no obtengan mi voto en esta elección. Realmente odio sus tácticas de campaña. Pienso que es egoísta decir que un voto por cualquier otro partido es un voto desperdiciado».

Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com