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Netanyahu vuelve a gobernar con frágil coalición

Binyamín NetanyahuTras un mes y medio de duras negociaciones, y en el límite del plazo legal, el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, logró cerrar un acuerdo que le permitirá gobernar Israel durante cuatro años más.

Noga Katz, una vocera de la facción Likud-Beiteinu de Netanyahu, dijo que líderes de los partidos Yesh Atid y Habait Haiehudí, Yair Lapid y Naftali Bennett respectivamente, llegaron a un acuerdo luego de abandonar sus exigencias de último minuto de ser nombrados viceprimeros ministros poco antes de que comenzara el Shabat. Esos requerimientos de último momento demoraron la formalización del acuerdo un día antes.

Netanyahu dio la bienvenida al acuerdo en un comunicado.

«Trabajaremos juntos en el nuevo gobierno por el bien de los ciudadanos de Israel. Actuaremos para fortalecer la seguridad israelí y por mejorar la calidad de vida de los israelíes», aseguró.

El siguiente paso para Netanyahu es notificar hoy por la noche al presidente Shimón Peres. El nuevo gobierno prestará juramento el lunes, dos días antes de la visita oficial del presidente estadounidense Barack Obama a Israel.

El nuevo ejecutivo que sale de las tratativas está conformado por cuatro partidos políticos, con diferencias ideológicas importantes entre sí.

Las facciones que componen dicha coalición son Likud Beiteinu - una alianza del Likud de Netanyahu con Israel Beiteinu del ex canciller Avigdor Liberman -, que obtuvo 31 escaños; Yesh Atid, liderado por Yair Lapid, que consiguió 19; Habait Haieudí de Bennett con 12 y Hatnuá, dirigido por Tzipi Linvi, con 6 mandatos.

Durante la campaña electoral, la alianza que encabezó Netanyahu hizo hincapié en los problemas de seguridad ante los desafíos externos, principalmente el programa nuclear iraní, un tema siempre presente en la agenda política hebrea.

Por su parte, el partido de Lapid concentró su mensaje en defender una «nueva política», comprometiéndose a reducir los apoyos oficiales a los seminaros rabínicos y lograr que sus alumnos cumplan con sus obligaciones ciudadanas.  

Del mismo modo, defendió que los ultraortodoxos cumplan con el servicio militar, algo a lo que la mayoría se niega, y que trabajen para mantenerse en lugar de esperar el apoyo estatal y las donaciones de fieles.

«Estudiar judaísmo y la Torá está muy bien, pero eso no impide saber ganarse la vida y contribuir a la nación», repitió Lapid en todas sus apariciones. Otro punto clave de su programa es impulsar un plan solidario, apuntando especialmente al abaratamiento de las viviendas.

El tercer socio, el religioso nacionalista Habait Haieudí, alcanzó 12 parlamentarios bajo el liderazgo de Naftalí Bennett, un joven político que representa la otra cara de los judíos observantes. Son quienes creen que el renacido Estado de Israel representa una señal divina, lo cual indica la cercanía de la era mesiánica, en cumplimiento de las profecías bíblicas. En consecuencia deben hacerse todos los esfuerzos para fortalecer al país.

El ingreso de Lapid y Bennett al poder, con sus 31 escaños en conjunto, dieron la mayoría a Netanyahu pero le impusieron la salida de los partidos ultraortodoxos Iahadut Hatorá y Shas del gobierno. Dichas listas sumaban 18 parlamentarios, frente a los 31 del dúo Lapid-Bennett, quienes condicionaron su participación en el ejecutivo al hecho de ingresar ambos.

El pacto resultó de hierro, atando las manos de Netanyahu, pues una alianza con los ultraortodoxos no le otorgaba mayoría parlamentaria. La salida de estos grupos del gobierno, luego de una década, constituye un hecho clave que podría producir importantes cambios en la sociedad israelí y en la distribución de los fondos públicos.

El cuarto socio es Hatnuá, el partido creado hace pocos meses por la ex canciller Tzipi Livni, quien defendió la reanudación de las negociaciones con la Autoridad Palestina. Su grupo fue el primero en cerrar un acuerdo con Netanyahu.

Más allá de diferencias programáticas, los principales partidos negociaron duramente qué ministerios ocupará cada uno. El tema era obtener carteras claves desde donde impulsar sus políticas y poder en el futuro exhibir una gestión eficiente.

Esto fue notorio en el caso de Lapid, quien con alta votación tiene expectativas firmes para suceder a Netanyahu en las próximas elecciones. Su aspiración era ser nombrado nuevo canciller, pero Netanyahu no cedió esta cartera pues estaba comprometida con su aliado Liberman, quien sólo podrá ocuparla si sale airoso de un juicio por fraude y abuso de confianza.

El gobierno también se redujo de a 22 ministerios. La alianza nacionalista Likud Beiteinu contará con ocho, entre ellos Defensa e Interior, mientras Lapid tendrá cinco - él mismo ocupará Finanzas -, y Bennett tres, ocupando él la cartera de Economía y Comercio. Livni será ministra de Justicia y encabezará las eventuales negociaciones de con la Autoridad Palestina.

La oposición quedó conformada por Shelly Yachimovich, la dirigente del Partido Laborista, Shas, Iahadut Hatorá, Meretz  y los legisladores de tres pequeños partidos árabe-isralíes.

Aún está en duda si el partido centrista Kadima, que logró dos escaños, se sumará a la coalición. En principio, sin contar con el apoyo de Kadima, Netanyahu cuenta con 68 diputados seguros en el Parlamento unicameral de un total de 120.

En relación a la coalición anterior, la actual aparece más volcada al centro y a una actitud conciliadora con loss vecinos árabes. Israel mantiene acuerdos de paz y relaciones diplomáticas con Egipto y Jordania; y dado el caos y la masacre que se viven en Siria, sumado al control del sur de Líbano por Hezbolá, la política exterior hebrea parecería apuntar en el futuro cercano a sellar un acuerdo con los palestinos.

Además, Netanyahu continuará presionando para que la diplomacia mundial evite que Irán obtenga armas nucleares. Este último punto, central en las próximas conversaciones con Obama cuando llegue a Jerusalén, es visto en Israel como un asunto existencial.

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