Se espera que el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, complete hoy mismo los detalles de la formación de su nuevo gobierno para presentarlo en votación al Parlamento antes de que venza el próximo sábado el plazo que le dio el presidente Shimón Peres.

Este jueves es la fecha que se propone el mandatario hebreo para obtener el respaldo de la cámara parlamentaria, que quedó altamente fraccionada luego de las elecciones y en una encrucijada política por las disparidad de ideologías y partidos.

El próximo gobierno de Israel estará formado por cinco partidos, en el que el derechista Likud Beiteinu de Netanyahu y del ex canciller Avigdor Liberman son la facción mayoritaria.

La coalición, que podría contar con el respaldo de entre 68 y 72 diputados, la integrarán además los partidos Yesh Atid de Yair Lapid, Habait Haiehudí de Naftali Bennett, Hatnuá de Tzipi Livni y Kadima de Shaul Mofaz.

Fuente próximas al Likud adelantaron que Netanyahu espera cerrar los detalles del programa de gobierno y de la denominación de ministros entre hoy y mañana, y explicaron que los detalles que quedan por acordar son minúsculos.

Las divergencias que afrontan los negociadores son parte de las demandas de Lapid. Una de las grandes encrucijadas ya resueltas fue el número de ministros que tendrá el ejecutivo. Netanyahu y Lapid acordaron que serán 20, sin contar al primer n=ministro, además de 8 viceministros.

Otra diferencia está en torno a la cartera de Educación, con cada dirigente exigiendo que quede en sus manos. En el gobierno saliente fue parte de la cuota de ministerios del Likud, pero Lapid exige que se le entregue a un miembro de su partido, el rabino modernista Shai Pirón.

Los partidos ultraortodoxos están presionando al Likud para que mantenga ese ministerio, puesto que de él dependen los fondos con los que subsisten gran parte de los seminarios rabínicos, informó el diario «Maariv».

En cuanto a la incorporación de los ultraortodoxos al servicio militar y al mercado laboral, una de las principales promesas electorales de Lapid, que Bennett apoya pero a la que Netanyahu es renuente, los tres parecen haber alcanzado un punto medio.

Gran parte de los jóvenes ultraortodoxos serán convocados a filas o a realizar un servicio social nacional sustitutorio y los que se nieguen a ello serán sancionados económicamente, así como los seminarios rabínicos que incentiven la desobediencia.

Entre otros, se espera que las sanciones incluyan la prohibición de abandonar el país y la pérdida de subvenciones, ayudas, exenciones públicas y beneficios fiscales, así como la revocación del estatus de los insumisos en el Seguro Social.

Este último asunto es el que dejará fuera del gobierno, por primera vez en una década, a los partidos ultraortodoxos, con gran influencia en la política nacional y que imponen dictámenes sectoriales religiosos.

El control de esas políticas lo ejercían los partidos Iahadut Hatorá y Shas a través del ministerio del Interior, que en esta ocasión lo presidirá o un ministro de Yesh Atid o uno del Likud, dependiendo de los acuerdos finales, y de la Comisión de Finanzas en el Parlamento.

Debido a que el número de carteras ministeriales no se cerró, el reparto entre los miembros de la coalición se efectuará al finalizar las negociaciones, no obstante se saben algunos nombramientos de antemano por estar incluidos en lo acordado hasta ahora.

La de Exteriores quedará por el momento vacante pues está reservada para Liberman, que no podrá ejercerla hasta que termine un juicio en su contra, la de Defensa será para Moshé Yaalón, la de Justicia para Livni, la de Industria, Comercio y Trabajo para Bennett y la de Finanzas para Lapid.

Los ministerios de Interior y Educación están pendientes de las negociaciones y el resto de las carteras de menor importancia se repartirán de acuerdo a la cuota de partidos y la clave que les corresponda según el número de parlamentarios que aportan cada uno a la coalición.

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