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Netanyahu en busca de fórmulas para preservar coalición frágil

Binyamín Netanyahu y Ayelet ShakedEl primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, busca fórmulas para preservar la frágil coalición que logró conseguir para formar gobierno pocas horas antes de que se cumpla el plazo que le concedió el presidente del Estado, Reuvén Rivilin.

Netanyahu tiene intención de derogar la ley que limita a 18 el número de ministros en el ejecutivo - y aumentar a 20 - antes de informarles a los mismos miembros de su partido, el Likud, acerca de qué carteras van a ocupar.

El mandatario hebreo quiere ampliar el número de integrantes del gabinete para que no se note tanto la presencia en él de partidos  ultranacionalistas religiosos como Habait Haiehudí, al que tuvo que conceder tres carteras a cambio de que apoyen su coalición.

«Netanyahu teme que si les comunica antes qué carteras ocuparán,  los diputados decepcionados del Likud no se presenten a la votación», explicó el columnista Ari Shavit del diario «Haaretz» al Canal 1 de televisión.

«En la votación para ampliar el gabinete, Netanyahu necesita a los 61 diputados que suma su coalición porque de lo contrario no será posible cambiar la ley existente. En esta situación, cada diputado que se sienta decepcionado puede ir al baño y sabotear el funcionamiento del gobierno», explicó Shavit.

Tras unas negociaciones para formar ejecutivo que fueron mucho más complicadas de lo que esperaba, Netanyahu consiguió formar una alianza que le garantiza solo 61 escaños en el Parlamento, la mitad más uno de los diputados, el número imprescindible para poder aprobar las leyes que desee. Un número muy ajustado que denota la fragilidad de la nueva coalición.

«El cuarto gobierno de Netanyahu se formó con sangre, sudor y lágrimas suyas y del Likud», escribió este vienes el periodista y analista Yossi Verter también en «Haaretz».

Netanyahu se salvó a ultimo momento de perder su puesto y completó su coalición sólo dos horas antes de que expirara el plazo para hacerlo.

Si no lo hubiera conseguido, el presidente Rivlin podría encargar a Itzjak Herzog, líder del Grupo Sionista, la formación de un gabinete.

Para evitar ese fracaso, Netanyahu tuvo que ceder ante el líder de Habait Haiehudí, Naftali Bennett, que puso al jefe del Likud contra las cuerdas y exprimió al máximo su posición de debilidad y sus deseos de mantenerse como primer ministro a toda costa.

Habait Haiehudí recibió los ministerios de Educación y Asuntos de la Diáspora para su líder, Naftali Bennett, el de Justicia para la diputada Ayelet Shaked, el de Agricultura para el parlamentario Uri Ariel, y el cargo de viceministro de Defensa, además de varias exigencias sectoriales presupuestarias, políticas y sociales.

«Bennett se llevó más de lo que podía imaginarse. Netanyahu le dio un premio que ni el mismo esperaba. Pero no le quedaba otra opción», indicó Verter.

«Para empezar, hubo una cuestión de egos, como pasa en todas partes. No se entra en política si no se tiene ego. El Likud no quería que la presencia y la influencia de Habait Haiehudí en el gabinete fuera tan fuerte, pero fueron cerrando pactos con otros partidos y Bennett quedó para el final, y cuando Liberman le falló a Netanyahu, Bennett aprovechó esta posición de fuerza», señaló el analista.

«Netanyahu promtió un día antes de las elecciones, cuando necesitaba a los votantes de Habait Haiehudí, que su primera llamada en la noche electoral sería a Bennett, pero no dijo que también sería la última, una llamada de súplica, de rendición, de ayuda, no tengo coalición», afirmó Sima Kadmón en el diario de «Yedioth Aharonot».

Según Kadmón, «ni en sus peores pesadillas, Netanyahu pensaba que tendría que entregar la cartera de Justicia a Habait Haiehudí y a una figura tan controvertida y a la vez popular como Ayelet Shaked. Para esta elocuente madre de familia, el ministerio fue un regalo de cumpleaños. Recientemente cumplió 39 años.

Shaked es conocida, entre otras muchas declaraciones explosivas, por haber publicado en su página de Facebook, en julio del año pasado, una semana antes de que Israel lanzara la ofensiva contra Hamás en Gaza, un artículo del cronista fallecido Uri Elitzur de 2002.

El texto decía: «Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y de mujeres sin los que no podrían implicarse en el terrorismo. Todos son combatientes enemigos y su sangre estará sobre sus cabezas. Esto también incluye a las madres de esos supuestos 'mártires', que los envían al infierno con flores y besos».

El escrito seguía: «Deberían de seguir a sus hijos, nada sería más justo. Y también deberían de hacer lo mismo las casas en las que criaron a esas serpientes. Israel debe declarar la guerra a todo el pueblo palestino, incluyendo ancianos y mujeres, sus ciudades y sus pueblos, sus bienes y su infraestructura».

Shaked aseguró luego que la traducción que se hizo al inglés del texto que ella difundió en hebreo no era correcta y que el original no hacía esas afirmaciones.

Antes de sentarse en su nueva oficina, Shaked ya tiene en pie de guerra a todos los jueces de Israel porque pretende debilitar al Tribunal Supremo. Shaked, como todos los miembros de a Habait Haiehudí, es una acérrima defensora de los asentamientos judíos en Cisjordania. Su partido propone la anexión de ese territorio a Israel y está en contra de la creación del Estado palestino.

Muchos pronostican una corta vida para el cuarto gobierno de Netanyahu en su actual formación. El primero en vaticinarlo fue el ex ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, socio de Netanyahu durante años, pero que esta vez decidió que el partido que lidera, Israel Beiteinu, no estará en la coalición.

Liberman criticó a Netanyahu de «zigzaguear» por las concesiones que estaba haciendo a algunos partidos, especialmente ultraortodoxos, con tal de mantenerse en el poder. Algunos comentaristas hablaron de «mercadeo» y de qué Netanyahu es capaz de aceptar cualquier cosa a cambio de ser primer ministro. «Esta fue una maniobra imprevista y cínica contra todas las promesas de Liberman a sus votantes», añadió Shavit.|

La oposición asistió al culebrón de Liberman en silencio, pero tras el gol que Bennett le marcó a Netanyahu se frotan las manos pensando en que el primer ministro volvió a formar una coalición débil supeditada a los intereses particulares y caprichos de cada partido y de cada parlamentario.

«No voy a unirme a este gobierno, es malo y peligroso para Israel», subrayó Herzog. «El lunes ya empieza la guerra para derrocar a Bibi», aseguró.

Además de intentar derogar la ley que limita el número de ministros, el nuevo ejecutivo ya está pensando en impulsar la llamada Ley de las ONGs, que prevé que cualquier ONG que pida una exención de impuestos por contribuciones de otro Estado tendrá que obtener antes la aprobación de los ministerios de Defensa y Exteriores y del Comité de Asuntos Exteriores y Seguridad del Prlamento.

La ley está destinada a penalizar a las ONGs pro-derechos humanos asociadas con activistas de izquierda que trabajan en favor de los palestinos y reciben subvenciones principalmente europeas.

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