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Israel enfrenta iniciativas de boicot que ganan terreno

Ayelet ShakedIsrael siente cada día más los efectos de la iniciativa Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), promovida por la Autoridad Palestina (AP) y que llevó a una reunión de emergencia en el Parlamento para tratar lo que ya se considera una «amenaza estratégica».

El intento de la AP de expulsar la semana pasada a Israel de la FIFA puso sobre el tapete un tema que hasta hace mucho las autoridades del país ninguneaban: la paulatina extensión de los llamamientos al boicot y la creciente comparación con la Sudáfrica del «apartheid».

«Esto es antisemitismo bajo disfraz y con los mismos síntomas», opinó la ministra israelí de Justicia, Ayelet Shaked, que criticó en la Cámara la «campaña de deslegitimación contra Israel que está teniendo lugar» y llamó a «hacer pagar por el boicot» a las organizaciones que lo promuevan.

Shaked señaló que en 2012 la Asamblea General de la ONU aprobó «veintidós resoluciones contra Israel, comparadas con cuatro contra el resto de países del mundo», lo que tachó de «campaña de mentiras y amenazas».

El ministro sin cartera Ofir Akunis advirtió de que «los más despreciables actos de la historia humana empezaron con boicot contra los judíos».

La sesión se convirtió en una lluvia de acusaciones, con la derecha culpando a la izquierda de dar rienda al boicot y la izquierda atribuyendo el aumento de las críticas internacionales a las políticas del Ejecutivo de Binyamín Netanyahu para con la AP.

«Los que trabajan a favor de este boicot son miembros del Gobierno de Netanyahu, que imponen la separación en los autobuses y difunden vídeos de árabes yendo en masa a votar, como advirtió el primer ministro durante la campaña electoral», acusó la diputada de Meretz, Zehava Gal-On, que llamó «victimistas» a Shaked y Akunis.

La también diputada de Meretz, Mijal Rozin, afirmó que «la forma de acabar con el creciente boicot contra Israel no es la 'hasbará' (diplomacia pública), sino poner fin a la ocupación».

La semana pasada el presidente israelí, Reuvén Rivlin, se reunió con representantes del mundo académico y elevó lo que hasta hace no mucho apenas era una preocupación al rango de «amenaza estratégica».

El Sindicato Nacional de Estudiantes del Reino Unido aprobó en votación adherirse oficialmente a la campaña de boicot y el propio Netanyahu acusó a esos alumnos de «boicotear a Israel, pero no al Estado Islámico (EI). Eso dice todo lo que hace falta saber del movimiento BDS».

El ex titular israelí de Exteriores, Avigdor Liberman fue aún más duro y calificó la decisión estudiantil de «hipocresía y rendición a los dictados del islam radical».

Najman Shai, diputado del Grupo Sionista y uno de los impulsores del debate, declaró que rechaza «firmemente la idea de castigar a Israel a través de un boicot o sanciones» e instó a «encontrar una solución diplomática porque dejarlo estar supondrá un mayor deterioro».

El diputado y ex embajador, Mijael Oren, calificó el boicot de «guerra contra Israel» y «peligro estratégico» y lamentó que «Israel invierte en esta batalla menos que lo que invierte en una compañía de tanques o en un F-16».

Rozin agregó que «Israel está gobernando a otro pueblo durante 48 años, desplaza a sus ciudadanos a asentamientos al territorio ocupado y se comporta de forma problemática en la arena internacional».

«No es suficiente rechazar a quien nos critica diciendo que están motivados por el antisemitismo, tenemos que actuar para acabar con la ocupación y mantener un proceso de paz para hacer frente a la raíz del problema y no sólo a sus resultados", añadió.

También se censuró al Ejecutivo por la falta de medios puestos para hacer frente a su expansión: tan sólo hay una persona en el Ministerio de Exteriores encargada de detectar estrategias de boicot y advertir a las embajadas para que traten de desinflarlas.

La nueva viceministra de Exteriores, Tzipi Hotovely, (por el momento no hay titular de la cartera, que se reservó para sí Netanyahu) se estrenó en el cargo con la promesa de diseñar un plan para gestionar el avance lento, pero seguro de la marea de boicot.

Sólo en Estados Unidos, 29 organizaciones estudiantiles sometieron a votación el apoyo al BDS en los últimos años.

Algunos estados norteamericanos, como Indiana y Tennessee aprobaron leyes antiboicot y el millonario Sheldon Adelson convocó una reunión de emergencia en Las Vegas para decidir cómo hacer frente al movimiento en los campus estadounidenses.

Desde el BDS, consideran que, si bien el movimiento «demostró ser un duro reto para el régimen de ocupación, colonialismo y 'apartheid' de Israel, hay mucha exageración en el reciente ataque racista, propagandista y conducido por el pánico contra esta organización», dijo Omar Bargouti, uno de los fundadores de la campaña.

«Israel fracasó en dificultar el rápido crecimiento del BDS», un movimiento que Bargouti define como «popular, antirracista, basado en los derechos humanos y que supone un reto no violento al régimen de opresión».

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