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Grossman y Vargas Llosa inauguraron FIL de Guadalajara

David Grossman y Mario Vargas Llosa El escritor israelí, David Grossman, y el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, inauguraron las actividades del Salón Literario Carlos Fuentes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), donde hablaron de política y literatura.

Para el autor de «La ciudad y los perros», David Grossman es el ejemplo de un escritor de Israel que reflejó a través de sus publicaciones los conflictos políticos que aún vive el país invitado de honor en esta edición de la FIL 2013.

Grossman, en idioma inglés y con una actitud irónica, habló del papel de los medios de información y de la lectura. «Cuando las personas leen los medios masivos se enfrentan a la misma información, sin embargo, al leer una novela, cada lector puede tener una interpretación distinta de lo que está leyendo».

«La literatura no es una actividad gratuita, las palabras son actos, las palabras que el lector escoge repercuten en su vida. El escritor tiene una gran responsabilidad al utilizar las palabras y al escribir y dirigirse a un público, y no debe dirigirse irresponsablemente. Sartre dijo que escribiendo uno puede cambiar al mundo», comentó el Premio Nobel.

Para Vargas Llosa, la literatura es una forma de enriquecer la vida, «si no existiera sería bastante monótona. Si no existiera la literatura el mundo sería un mundo de autómatas», aseguró.

Para Grossman la Feria permite que «el rostro más amable y pacifista de Israel se imponga sobre los desagradables sistemas de seguridad que conviven con los stands, los escritores y las editoriales».

«Nuestra vida está en peligro y sólo con la paz sobreviviremos y sólo así Israel tendrá un hogar», señaló Grossman (59), cuyo hijo murió en 2006 en el sur del Líbano, cuando su carro de combate fue alcanzado por un misil de Hezbolá.

El encuentro entre Vargas Llosa y Grossman fue en realidad un taller literario salpicado de reflexiones políticas. Es la magia de la Feria que dejó a cientos de personas en silencio mientras ambos escritores defendían la literatura, los lectores y su fuerza.

«La única libertad que tenemos de verdad es contar las cosas con nuestras palabras. Narrar mi tragedia y la de Israel con mis ideas y términos. ¡Háganlo ustedes!», afirmó Grossman.

«Siempre pienso cuál es la diferencia entre leer el periódico y un libro. Cuando un millón de personas lee un periódico da la sensación de que todos somos uno. Pero cuando 10 mil personas leen un libro cada uno lo interpreta de forma distinta», agregó el escritor israelí, y puso un ejemplo salido de la novela «Madame Bobary» de Gustav Flaubert.

«Hay una escena del libro en el que ella quiere estar con su amado y los dos buscan un lugar para estar solos pero no lo encuentran. Al final dan con una carroza donde cierran las cortinas y hacen el amor mientras circulan por la ciudad y son observados por todo el mundo, que ve el vehículo moverse. Cuando leemos un periódico somos la gente que mira la carroza, pero cuando leemos un libro somos la pareja de dentro que hace el amor», dijo.

«Me alegro que haya citado a Flaubert», contestó Vargas Llosa, «con él descubrí el tipo de escritor que quería ser y también el escritor que no quería ser. Yo quería ser realista y describir en pocas palabras el ambiente y no quería ser reiterativo ni abundante».

El cara a cara dejó dos formas antagónicas de entender la literatura. Mientras para el autor de «La sonrisa del cordero» es una forma de enfrentar la vida, «de estar y de ser con mayúsculas», para Vargas Llosa fue la posibilidad de escapar de su «infancia gris» pensando que la vida merecía la pena.

¿Literatura y conflicto? Introdujo entonces el moderador. «Por qué tiene que arruinar este momento tan sublime hablando de política», dijo entre risas. Pero Grossman recogió el guante: «Amo Israel aunque no acepte todo lo que es, pero también es el único lugar donde no me siento extranjero cuando abro la boca. Israel fue creado de forma trágica y por primera vez tenemos una casa, una manta. Porque un judío es una persona que nunca se sintió bien en el mundo y que por primera vez encontró un lugar. Pero todavía no es un hogar».

«¿Y qué se necesita para conseguir la paz?», se preguntó. «Los palestinos deben tener un Estado propio libre, independiente y soberano. Tienen el derecho a vivir una vida normal y a no sufrir la humillación de la ocupación. No quiero que nadie tenga sombras y mientras estemos ocupando estamos dando una sombra y no pueden respirar. Sólo así, sin sombras, podremos tener un hogar. Las fronteras de Israel se movieron tantas veces con cada guerra que es como vivir en una casa con paredes móviles y con el suelo temblando», concluyó.

El cierre del encuentro fue encabezado por la viuda de Carlos Fuentes, la periodista Sofía Lemus, quién otorgó una medalla a ambos escritores.

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