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«El hijo de Saúl», filme húngaro favorito a Óscar a Mejor Película Extranjera

«El hijo de Saúl»Pocos temas despertaron tanto interés en el cine como la Shoá. Historias de todo tipo se inspiraron en los horrores acontecidos en los campos de exterminio nazis. Cuando el tema parecía agotado y poco original, «El hijo de Saúl», del realizador húngaro László Nemes, vuelve a actualizar el asunto y recibe la aprobación casi unánime de la crítica.

Ganadora del Globo de Oro a Mejor Película Extranjera, la cinta figura como favorita para quedarse con el premio a Mejor Película de Habla No Inglesa en la próxima entrega de los Óscar, el 28 de febrero.

«El hijo de Saúl» llama la atención por tratar los acontecimientos de una manera novedosa, centrándose en la figura de un solo personaje, a quien la cámara sigue prácticamente sin descanso.

Ambientada en Auschwitz en 1944, la cinta muestra la cruda labor ejecutada por un miembro de los Sonderkommando, un grupo de prisioneros obligados por los nazis a colaborar en el exterminio judío. Ellos se encargaban, entre otras cosas, de limpiar las cámaras de gas y quemar los cadáveres.

Aquel hombre, entregado a los designios de esta máquina de muerte, cree reconocer entre las víctimas el cuerpo de su hijo. Sin ninguna esperanza en salir vivo de aquel infierno, pone en marcha un plan fuera de toda conveniencia, intentando que un rabino le dé sepultura al cadáver.

Estrenada en el pasado Festival de Cannes, «El hijo de Saúl» es la obra prima de su joven director, quien en esta película muestra sus dotes para la creación de atmósferas inquietantes.

Nemes destacó, principalmente, el uso que hizo de una banda sonora hiperrealista. También generó comentarios positivos su trabajo en el campo visual, echando mano a extensos planos secuencias y situando la cámara muy cerca del protagonista.

Las imágenes, de una corta profundidad de campo, casi no permiten ver más allá del personaje y los elementos más cercanos de su entorno. De esa manera, el sonido intensificado de los disparos y los gritos se convierten en la única información que el espectador recoge de aquel paisaje de horror, sólo mostrado parcialmente por la cámara.

«Quería romper con las normas de representación de los campos y del Holocausto, porque la experiencia debió de ser extremadamente única. No existe un punto de vista omnisciente. Por eso nos esforzamos por mantener la cámara al nivel de la vista, limitar la profundidad de campo y reducir el punto de vista al de una sola persona. Queríamos que el espectador fuera un medio y jugar con su imaginación, que era algo mucho más poderoso», dijo el director durante el Festival de San Sebastián.

Tras su exhibición como parte de la competencia oficial del Festival de Cannes, muchos medios la apuntaron como una de las favoritas para quedarse con la Palma de Oro. Incluso, algunos críticos la describieron como una obra maestra. Kenneth Turan, de «Los Angeles Times», dijo que era «una inmersiva, poderosa visión del infierno» y que «no importa cuántas películas del Holocausto se hayan visto: no se vio ninguna como ésta». «El hijo de Saúl» obtuvo el Gran Premio del Jurado y el Premio Fipresci. Hace una semana confirmó sus méritos en los premios de la Prensa Extranjera en Hollywood: es la tercera película húngara nominada al Globo de Oro y la primera en ganarlo.

Tanto Nemes como su actor principal, Géza Röhrig, debutan con esta película. Ambos se conocieron en Nueva York en 2007 a través de amigos en común. Röhrig no es actor profesional y se dedica a la poesía. Escribió un par de libros sobre el Holocausto. Nieto de un sobreviviente de los campos de concentración, el ahora actor fue duramente golpeado por la experiencia de visitar Auschwitz a los 20 años.

«Fue así como descubrí a Dios y me hice religioso. Ya no regresé a Budapest; me fui a Israel, empecé a estudiar judaísmo y hebreo, me circuncidé. Una nueva vida empezó para mí, y todo arrancó en Auschwitz», dijo en una entrevista por el Canal 1 hebreo. Varios años después de ese primer encuentro y debido a su íntima relación con el tema, Nemes le propuso al poeta protagonizar la película.

La elección del tema de la cinta no es casual. Aunque el director no tiene ningún vínculo directo con la Shoá, su familia fue diseminada como consecuencia de la guerra. La búsqueda de una respuesta lo llevó a embarcarse en la realización del proyecto.

Nemes comenzó como asistente de dirección en Francia y Hungría tras estudiar historia y relaciones internacionales, destacando su colaboración junto a Béla Tarr, con quien trabajó durante dos años.

En paralelo, realizó una serie de cortometrajes y en 2011 inició la escritura de «El hijo de Saúl», durante su estadía en el programa Cinéfondation del Festival de Cannes, recurriendo a testimonios dejados por los miembros de los Sonderkommandos y otros archivos documentales.


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