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«La UE es un queso gruyere para yihadistas», dice experto israelí

Eli Bar Naví«Los terroristas pueden cruzar fácilmente las fronteras entre Bélgica y Francia en lugares no controlados, mientras que los tratados de Schengen y Dublín firmados por los países de la Unión Europea (UE), que requieren del control de las fronteras externas y el registro de los refugiados, están siendo ignorados», denunció Eli Bar Naví, profesor de Historia de la Universidad de Tel Aviv, experto en política europea.

En una entrevista con Israel en línea, Bar Naví, que se desempeño como embajador de Israel en Francia entre 2000 y 2002, nos aseguró que «hoy en día entrar en Francia o en cualquier otro país de la UE no supone ningún problema para los yihadistas».

«¿Cuán difícil es para un ladrón entrar en una casa con una puerta abierta? Esta es la misma situación que tenemos en Francia ahora. La UE es como un queso gruyere para los terroristas», lamenta el diplomático.

«Firmaron el tratado de Schengen, que dice que están obligados a controlar sus fronteras exteriores, y no lo están haciendo. Firmaron el tratado de Dublín, que dice que los Estados miembros deben registrar a los inmigrantes, y no lo están hacienda», nos explica Bar Naví agregando que «tienen miles de personas que van y vuelven de Bélgica a Francia, y todos los países de tránsito los dejan pasar».

En cuanto a la decisión del Gobierno francés de extender el estado de emergencia durante tres meses y cerrar las fronteras del país, Bar Naví la calificó de «un primer paso lógico para tomar el control de sus propias fronteras».

Sin embargo, enfatiza que «ya hay miles de inmigrantes en Francia y entre ellos hay un número - nadie sabe cómo es de elevado - de los yihadistas, así que ahora el problema es mucho mayor que sólo cerrar las fronteras».

Además, Bar Naví subraya la importancia del problema del flujo de refugiados en el contexto de la amenaza terrorista, «sobre todo después de que Ángela Merkel dijera que todo el mundo puede venir».

«En parte, no tienen ningún control, ningún registro en las fronteras entre Alemania y Francia. Así que la situación es realmente crítica», explica.

«En la Unión Europea hay algunos controles, pero no en todas las fronteras, así que uno puede pasar fácilmente en lugares que no son vigilados», agrega.

«Asimismo, y aunque parezca mentira, los franceses todavía no desarrollaron capacidades de defensa y mecanismos fisiológicos necesarios para hacer frente a situaciones extremas», sostiene.

«Además, la cuestión principal de hoy en día es por qué los servicios de inteligencia franceses no habían prevenido los atentados, teniendo en cuenta el tipo y la duración de la preparación que suponía organizarlos», añade.

Bar Naví cree que «no sólo es la política de puertas abiertas de Europa lo que hizo posible la masacre de París, aunque también fue aprovechada por los terroristas».

«El principal problema es que no tienen las medidas básicas de seguridad en los centros que están densamente poblados. Si alquien toma un tren en París, no le revisarán su equipaje, y si llega al aeropuerto Charles de Gaulle, no se comprobará su equipaje en la entrada».

«Esta es una medida de seguridad básica que fue adoptada por Israel y por Estados Unidos después del 11-S, pero no en Francia», lamenta.

Eli, mucho apunta a que los atentados de París deben ser vistos ante el trasfondo de la política francesa en Siria. ¿Cuál es su apreciación?

«La relación con Siria es evidente. Justo la semana pasada el presidente Hollande anunció que había ordenado un ataque contra un campo de entrenamiento en Siria, en el cual habría también franceses. Añadió que con ello quería evitar que se produjeran atentados en Francia. Eso quiere decir que se puede apreciar una vinculación directa. No obstante, la pregunta sigue siendo si se trata efectivamente de una operación planeada en forma centralizada por el Estado Islámico. Pero no se debe descartar la posibilidad de una combinación del EI con jóvenes franceses que se unieron para formar otra agrupación islamista que no tiene interés en pertenecer al califato. Algo muy similar a lo ocurrido en el caso de «Charlie Hebdo». Eso es en cierto modo mucho más inquietante, porque un terrorismo surgido en el interior de Francia puede dividir a la nación. Es algo extremadamente peligroso. Hace ya más de un año se advirtió que las cárceles francesas son lugares claves donde se forman ese tipo de células terroristas. Allí existe un gran potencial de peligro. Allí los jóvenes se pueden seguir radicalizando. Y cuando recuperan la libertad, se vuelven un riesgo considerable para toda la sociedad».

Hace unas dos semanas se discutía en Francia sobre el décimo aniversario de los disturbios en los barrios periféricos que tuvieron lugar en 2005. La prensa francesa se mostró autocrítica, constatando que se hizo algo para mejorar la integración, pero no lo suficiente. ¿Cómo lo ve?

«Las condiciones sociales en los barrios en los que viven mayoritariamente inmigrantes musulmanes o descendientes de ellos son todo, menos favorables. La gente que vive allí sigue estando ampliamente marginada en lo económico. Hay un altísimo desempleo e impera una gran falta de perspectivas. Naturalmente, ese es un caldo de cultivo ideal para reclutar terroristas e islamistas radicales».

¿Qué significa eso para la identidad cultural de Francia y para la política de integración?

«El islam, como sello fundamental de identidad, es interesante para aquellos grupos desfavorecidos en Francia en el plano cultural, económico y social. Se trata de personas que se concentran en determinados puntos alrededor de París. Están al margen de la enorme mayoría de la sociedad francesa. Y algunos son radicalizados por ultrasislamistas».

¿A qué se debe esa marginación?

«También la política desempeña sin duda un papel. Precisamente la que proviene de la extrema derecha es un elemento importante, que lleva a que la población con raíces en el mundo islámico sea blanco de acusaciones. Las consignas propagandísticas de la ultraderecha, cargadas de odio, llevan a una radicalización. También la política oficial francesa, con declaraciones críticas y hasta hostiles hacia el islam, contribuyen a que muchos musulmanes se sientan discriminados en Francia, se aíslen y sean especialmente vulnerables a los predicadores radicales».

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