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Renacimiento sionista

Así como regresamos a Israel llevados por el recuerdo histórico y renovamos nuestra lengua, tenemos fuerzas para proponer desde nuestro rico acervo cultural un mensaje político y espiritual diferente, primeramente a nosotros mismos, y posteriormente a todo el mundo.

Una de las corrientes importantes del sionismo lo interpreta sólo a través de la negación de la diáspora. Esta concepción se desmorona, dado que el sionismo pasa a ser una ideología de andamio. Es decir: después de la creación del Estado ya no hay necesidad de ella. Acorde a ese sistema, no es función del sionismo proponer un idealismo universal.

El sionismo negativo solucionó el problema judío. Construyó un Estado y lo abrió para todos los judíos del mundo. Pero su concreción creó problemas. Todo lo que quedó de él es la meta de lograr la normalidad.

Dicha normalidad actualmente absorbe su inspiración de la atmósfera europea; su aspiración es la anulación de los nacionalismos y el incremento de las narrativas. Esta es la ideología de los derechos humanos que no está dispuesta a soportar el yugo de la identificación colectiva y de los valores morales absolutos.

Sin embargo, frente al anhelo de "normalidad" se erige una concepción alternativa, la del sionismo positivo. Este punto de vista considera al movimiento sionista, un movimiento renacentista cultural, y agrega que la empresa sionista no se conforma sólo con la implantación de un refugio seguro, sino que tiene objetivos espirituales y morales de gran significado para el mundo entero.

Dicha concepción ve al Estado de Israel determinando el orden del día moral internacional y el juicio internacional. El mismo cree que la Torá saldrá de Jerusalén y no de La Haya.

Contrariamente a Europa, la visión de Jerusalén trata de expresar, por un lado, un mensaje de mancomunión moral, y por otro, la descentralización nacional. En el final de los días no habrá un solo tipo de pueblo yal que el lobo convivirá con el cordero.

Cuando la definición de sionismo es negativa, la Tierra de Israel y el Estado de Israel son considerados de manera instrumental, como mecanismos de defensa de la Nación. Por ello, el sionismo negativo tiene dificultad de responder a la pregunta "¿Porqué no Uganda?".

Esta comprensión alumbra a la empresa sionista con una luz colonialista dado que hubo quienes se sintieron heridos con nuestra llegada a Israel.

Por el contrario, el sionismo positivo argumenta que la Tierra de Israel es inherente al sionismo dado que sólo en este lugar puede el pueblo de Israel expresarse a si mismo y a su singularidad cultural. Nuestra existencia en el espacio geográfico de los profetas Amós y Jeremías despierta inspiración moral.

Teodoro Herzl vio en el sionismo una empresa de integridad física y espiritual: "Llamé alguna vez al sionismo ideal infinito...porque en el sionismo...está imbuida no sólo la ambición de una tierra prometida por ley para nuestro pueblo...sino también el anhelo de una integridad moral y espiritual".

En el marco de la concepción positiva de sionismo, nos compite la misión de construir una sociedad moral, atenta a nuestras auténticas normas culturales y éticas.

Esta sociedad ejemplar debe ser una alternativa y ejemplo para el mundo todo.

Por lo mismo, enfrentar esos desafíos públicos debe poner de manifiesto además la voz llena de bríos y singular de nuestra tradición cultural.

Por ello, para ser sionistas, debemos impulsar el diálogo sobre el actual significado de nuestra antigua cultura. Este es el renacimiento.

Debemos redactar en griego los principios judíos que le faltaron a Grecia. Así como regresamos a nuestra tierra de los cuatro confines del universo, llevados por el lejano recuerdo histórico, y así como renovamos nuestra lengua, tenemos fuerzas para proponer desde nuestro rico acervo cultural un mensaje político y espiritual diferente, primeramente a nosotros mismos, y posteriormente a todo el mundo.

Fuente: Haaretz - 29.12.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il