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Shavuot, la Torá y la igualdad

Shavuot forma con Pésaj y Sucot el conjunto de festividades llamado las tres fiestas de peregrinación, ya que en la antigüedad los hijos de Israel debían hacerse presentes en el Templo de Jerusalén.

Las tres guardan relación con las labores agrícolas. Shavuot es mencionada en la Torá como la Fiesta de las Primicias ("Jag Habikurim"), en la que el agricultor lleva como ofrenda los primeros frutos del año.

Las siete semanas entre Pésaj y Shavuot constituyen un período de intensa y difícil labor. Es el tiempo de la cosecha. Por ello, Shavuot se llama también "Jag Hakatzir" (Fiesta de la siega). Su sentido más profundo no es la alegría por el mero acto de cosechar, sino por las leyes que rigen esas tareas.

La tradición judaica no admite la posibilidad de que el hombre quede absorbido totalmente por su labor, que se convierta en un esclavo de la naturaleza. En la Torá queda claramente establecido que es un deber observar el Shabat en la época en que se trabaja el campo.

De esta manera, Shavuot se ha constituido en un símbolo de la libertad del trabajador. No es la naturaleza la que determina las leyes de la cosecha y del trabajo, sino el hombre.

Las leyes de la cosecha se han ocupado no sólo del trabajo y del descanso, sino también de la relación y la actitud del hombre hacia el resultado de su labor y su pertenencia.

El enfoque judío tradicional de este problema posee rasgos muy especiales: El hombre debe expresar su agradecimiento a Dios, llevando al Templo los primeros frutos del suelo, como ofrenda. De importancia mayor aún era otra costumbre: para que la gente pobre y el extranjero residente en el país pudieran obtener parte de los frutos del campo, se determinó que todos los trabajadores dejarán sin cosechar una franja en los límites del terreno, no volvieran a recoger las espigas caídas ni aquéllas que hubieran sido olvidadas.

Así, los mandamientos de hermandad y solidaridad pertenecen también a las leyes que rigen la cosecha.

Otros nombres

Completando la lista de nombres, encontramos esta festividad mencionada en el Talmud como la "Fiesta de la Conclusión" ("Jag Haatzéret") , el encuentro festivo de multitudes del pueblo.

De acuerdo con la tradición, Shavuot, es la fiesta de la Torá: "Zman Matán Torateinu" (el tiempo en que se nos otorgó la "Torá"). Fue cuando el pueblo se congregó frente al monte Sinaí para recibir los Mandamientos, sometiéndose a leyes de moralidad y convivencia que son modelo para la humanidad.

¿Cómo se festeja?

Shavuot ha tenido menos suerte que otras fiestas judías. Ha quedado como una festividad un tanto discriminada.

Su duración es de tan sólo un día; ni bien tomamos conciencia de ella, la fiesta ha terminado.

Están ausentes los elementos exteriores, tales como el séder, la sucá, el etrog, el lulav y la janukiá: es decir, todo lo que agrega calidez multicolor a otros días festivos.

Productos lácteos

En Shavuot se acostumbra ingerir alimentos lácteos. La tradición popular lo explica de diferentes maneras:

Al recibir la Torá, los judíos fueron informados de las leyes de kashrut y, en consecuencia, los utensilios que habían utilizado hasta ese momento debían ser adaptados a las nuevas exigencias. Como no pudieron hacerlo inmediatamente porque era Shabat, entretanto comieron lácteos.

La leche es símbolo de pureza y además es alimento para infantes. Su ingestión simboliza que no importa lo mucho que se haya estudiado la Torá: siempre se es como un niño frente a lo que queda por aprender.

"Tikún Leil Shavuot"

En la noche de Shavuot acostumbran los judíos mantenerse despiertos toda la noche y ocuparse del estudio de la Torá. Ésta es una tradición y, según el Zóhar (libro fundamental de la Cabalá), los primeros jasidim se mantenían esa noche en vigilia estudiando las sagradas escrituras. No se conoce cuándo ni dónde comenzó exactamente, el Tikún ni cómo adquirió su nombre. Pero el primer registro es del siglo XVI en la ciudad de Tzfat.

En base a esta costumbre se escribió el libro "Tikún Leil Shavuot", una recopilación de fragmentos de la Biblia, el Talmud y el Zóhar.

La idea de Shavuot

La idea de Shavuot podría condensarse en el humanismo: el ser humano que ejerce su control sobre la naturaleza; esto expresado en el trabajo, en las leyes laborales, en la manera de vivir.

Shavuot es el símbolo de la Torá y el trabajo, de una Torá que enaltece al trabajo y de una manera de vivir que se purifica mediante las leyes.

La educación judía comienza con los días sábado y las festividades. Los días festivos son llamados a ocupar un lugar de importancia en la vida familiar. No son sólo días descanso, sino también de estudio y reflexión.

El motivo central de todas las festividades judías es la renovación: un nuevo comienzo.

En Shavuot se renueva el drama del Sinaí: estamos recibiendo la Torá, nos estamos convirtiendo en judíos. Es por eso que en Shavuot se da lectura al Libro de Rut, que es el texto bíblico de los no judíos que aceptan el judaísmo.

El Libro de Rut

Es la historia de una familia judía. Hubo una época de hambre en la Tierra de Israel en el tiempo de los Jueces. Un hombre llamado Elimélej, junto con su esposa Noemí y sus dos hijos, abandonó el poblado de Belén, en Judea, y se asentó en los campos de Moab.

En ese territorio extranjero falleció Elimélej. Sus dos hijos se casaron con mujeres moabitas, y luego de vivir allí unos diez años, también ellos murieron. Noemí, entonces, tomo la decisión de emprender el retorno a Judea. Noemí habló con sus nueras: "¿Para qué han de ir conmigo a un país que les es ajeno? Retornen a sus familias y vayan en busca de su suerte y su felicidad en su propia tierra".

Una de ellas, Orpá volvió a su tierra natal, mientras que la otra, Rut, no quiso separarse de su suegra: "Adonde vayas iré, y donde pernoctes, pernoctaré. Tu pueblo es mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde mueras, moriré y ahí encontraré mi lugar de descanso. Juro por Dios que tan sólo la muerte nos separará".

De esta manera, Rut abandonó su tierra y su pueblo y se unió al de Israel. Rut encontró en la tierra de Judea su felicidad y su hogar. Se casó con uno de los más cercanos familiares de su extinto esposo, Boaz, como era la costumbre, y le fue dada la felicidad de fundar una familia en Israel. Su hijo, llamado Oved, fue el padre de Ishái, padre, a su vez, del Rey David.

La historia tiene dos protagonistas: Rut y Noemí. En un país extraño, la solitaria Noemí logró preservar las costumbres del pueblo de Israel. Las cuidó con tanto amor, que también su nuera se convirtió en hija fiel de ese pueblo.

Noemí no predicó el judaísmo. No obstante, toda su vida fue la mejor propaganda para el Dios y el pueblo de Israel. Rut, al seguirla, se convirtió en su hija espiritual, reconfortándola por la pérdida de su esposo y de sus hijos.

Los problemas de Noemí y de Rut no han perdido actualidad. El Libro de Rut nos brinda el mensaje de respetar y tolerar a quien es diferente a nosotros. Hasta en los momentos en que el destino trae sufrimientos y amarguras, uno no debe someterse a la desesperación. Y mientras se dedique a realizar buenas acciones, su vida no se perderá ni caerá en el olvido.