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Antigua Torá, lazo entre judíos de Brasil y Shanghai

Kehilat ShanghaiUn rollo manuscrito de la Torá, llegado desde Brasil, protagonizó la histórica celebración de Rosh Hashaná en una antigua sinagoga de Shanghai (hoy un museo estatal) en siete décadas: desde que miles de judíos se salvaron del nazismo en ese mismo barrio.

Se trata del distrito shanghainés de Hongkou, donde en los años 30 del siglo pasado salvaron su vida del Holocausto cerca de 20.000 personas, ya que la entonces colonia internacional de Shanghai era el único lugar del mundo que acogía refugiados sin visado, y tras la ocupación japonesa (1937) fueron confinados allí.

La antigua sinagoga de Ohel Moshé, en el corazón de Hongkou de tres kilómetros cuadrados del que no se podía salir hasta 1945 sin un permiso de los invasores japoneses, es ahora el Museo de los Refugiados Judíos de la ciudad, pero las autoridades chinas permitieron, por primera vez desde entonces, su uso litúrgico.

El motivo es la recepción, por parte de la nueva congregación judía de Shanghai, formada espontáneamente hace cinco años por judíos de todo el mundo que viven en la ciudad china, de ese rollo manuscrito centenario que fue llevado a escondidas desde la Alemania nazi hasta Brasil, desde donde ahora les fue donado.

La Asociación Religiosa Israelita (ARI) de Río de Janeiro, creada en 1942 por judíos huidos del exterminio nazi a Brasil, decidió regalarla a esta nueva comunidad de judíos reformistas en China, la Kehilat Shanghai, pues un fundador de la ARI, el alemán Joseph Aronsohn, se refugió allí durante años antes de llegar a Río.

En su recuerdo, la ARI decidió entregar a la comunidad de Shanghai, con todo el simbolismo que esa ciudad tiene para el pueblo judío, uno de sus tesoros.

Se trata de una Torá que Siegfried Moses, un miembro de la sinagoga de la Wisenstrasse de Berlín en 1939, sacó de allí entonces, corriendo un gran peligro, cuando escapó a Brasil, y que ahora la mexicana Jeanine Buzali, una de las personas más activas de la congregación de Shanghai, acudió a recibir simbólicamente en Río.

«Es un regalo muy especial», con el que, de alguna manera, el legado de los judíos que salvaron su vida en Shanghai hace casi 80 años retoma sus lazos con Hongkou, así como su continuidad, con la nueva comunidad judía en la metrópoli china, dijo.

Mientras China celebra el 70 aniversario de su victoria sobre Japón, las autoridades fueron sensibles a la importancia simbólica de esta donación, y cedieron el Museo (que tiene desde 2008 una base de datos con decenas de miles de testimonios de antiguos refugiados) para que la antigua sinagoga volviera a serlo por un día.

Incluso acudió un rabino David Wolfman, desde EE.UU, quien leyó allí, por primera vez desde 1949, un pasaje de la Torá (el del sacrificio de Itzjak por Abraham), que fue comentando y traduciendo del hebreo, dentro de la liturgia, ante unas 70 personas.

«Leí muchos rollos, pero este es único», explicó Wolfman. «No es muy pesado, pero sí muy alto, y tiene una caligrafía muy destacable, el escriba hizo adornos y florituras muy especiales en las letras y la inicial es muy Hermosa», agregó.

«Tiene una caligrafía algo antigua y poco común y hay que acostumbrarse para leerlo, pero es tan hermosa de leer», comentó admirado.

«Probablemente esto fue escrito hace más de cien años (se estima que será de principios del siglo XX o finales del XIX), así que la experiencia es muy intensa», añadió.

«Ahora el futuro de esta Torá depende de cada una de las personas que están aquí, aunque la"belleza de la comunidad de Shanghai es que la mayoría de sus miembros sólo pasará en China varios años, de forma que los actuales están trabajando para los vendrán tras ellos, más que para ellos mismos», señaló.

«En todo el mundo encontré gente con algún tipo de conexión con Shanghai, incluido un hombre de 80 años que acudía de niño a esta misma sinagoga, y ahora, desde Australia, le expresó su felicidad de ver una continuidad en la Kehilat Shanghai», destacó por su parte Arie Schreier, su primer presidente y gran impulsor.

«Por lo que supuso Shanghai para el pueblo judío, sentimos muy fuerte la conexión que hay entre nuestra comunidad y otras muchas en todo el mundo», destacó.

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