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Acerca de Egipto

Manifestantes  en la plaza TahrirAntes que nada palabras de elogio y gratitud para Anwar Sadat y Menajem Begin, Moshé Dayán, Ezer Weizmann, Boutros Ghali y muchos otros que con gran audacia diplomática, sabiduría y buena voluntad, supieron traerle paz a Israel y a Egipto.

Treinta y dos años han pasado desde entonces. Aquélla fue una paz fría, hostil, repulsiva, pero paz al fin. No se desencadenó ninguna guerra; tampoco se registró ninguna víctima. En realidad, 30 israelíes murieron, la mayoría en ataques terroristas. Cada una de esas víctimas era un alma preciosa; sin embargo, en términos nacionales, 30 muertes es el número de personas que pierden la vida en accidentes de tráfico en Israel cada dos semanas.

No faltarán personas que digan: ¿Ves lo que salió de esta paz? - haciendo referencia a los últimos acontecimientos en Egipto. La respuesta que debería dárseles es como sigue: Cerca de 3.000 israelíes cayeron en la última guerra contra Egipto, en 1973; unos 500 israelíes murieron en la Guerra de los Seis Días en 1967; más de 1.000 soldados y oficiales de Tzáhal resultaron muertos durante la guerra desencadenada entremedio de aquellas dos: la Guerra de Desgaste. Teniendo en cuenta que las guerras entre Egipto e Israel tuvieron lugar cada 10 años aproximadamente en promedio, hemos librado tres guerras. Haga los cálculos.

Supongamos por un momento que no hubiera paz con Egipto. Entonces, nos hubiéramos visto obligados a mantener, desde principios de 1980, más brigadas, cientos de aviones adicionales, otros cientos de tanques y así sucesivamente. En tal caso, ¿dónde estaría nuestra economía hoy?
El ejército egipcio no es sólo un imperio militar, sino también económico. En caso de embarcarse en una guerra, Egipto marcharía hacia el colapso económico, y sus 85 millones de ciudadanos ni siquiera podrían contar con su alimento diario.

En los últimos días, el Supremo Consejo Militar de Egipto intentó establecer las reglas del juego para las importantísimas elecciones que se avecinan; de hecho, trató de posicionarse a sí mismo por encima de cualquier futuro gobierno electo. La protesta masiva de esta semana logró frustrar de algún modo esos planes. Sin embargo, la conjetura parece ser que el ejército terminará imponiendo su autoridad sobre los manifestantes de hoy, que son los votantes del mañana.

El general Tantawi, el sucesor de Mubarak, era mayormente conocido por los israelíes como aquel hombre que, en las reuniones con Mubarak, se sentaba a un lado sin decir palabra. Algunos veían en esta conducta una muestra de hostilidad hacia Israel. Sin embargo, desde que fue derrocado Mubarak, Tantawi ha demostrado poseer capacidad de liderazgo. Pero últimamente su estatura política de líder decreció como consecuencia del temor a las masivas protestas en la plaza Tahrir. Los manifestantes lo consideran como la continuación directa de Mubarak. Si Tantawi es derrocado, los egipcios deberán rezar por el bienestar de su país. Y nosotros tendremos que sumarnos a esa plegaria.

La pérdida del control sobre los cientos de miles de beduinos en el Sinaí por parte del régimen egipcio constituye un problema grave. De hecho, hoy tenemos un estado del Sinaí semiindependiente. Actualmente, los beduinos hacen lo que quieren en el desierto. En el marco de esta anarquía, los beduinos descubrieron los dos puntos débiles de Egipto en el Sinaí: El gasoducto hacia Israel y Jordania y la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores, la organización norteamericana encargada de velar por el mantenimiento de la paz compuesta por 1.200 soldados estadounidenses. Los beduinos se han dedicado a perturbar y a maltratar gravemente a las tropas norteamericanas, que podrían perder la paciencia en cualquier momento. Llegado a ese punto, Estados Unidos tomará medidas. Que Dios tenga misericordia de esos beduinos que cada día se sienten más audaces.

Según estimaciones, la fuerza política de los Hermanos Musulmanes antes de las elecciones en Egipto, ronda el 25%. Eso es mucho poder; demasiado grande. La Hermandad constituye además la fuerza mejor organizada de Egipto, y posee armamento. Sin embargo, son prudentes y tienden a ocultarse en un segundo plano, detrás de los líderes. En caso de tener demasiado éxito y de cometer el grosero error de pretender quedarse con todo el pastel, Egipto puede aguardar el inicio de una guerra civil.

El General Aarón Yariv z"l, ex jefe de Inteligencia de Tzáhal, solía concluir sus sesiones informativas de la siguiente manera: "Sin embargo, todos los que acabo de mencionar, bien podrían terminar actuando de un modo completamente distinto. Esto es Oriente Medio, señores".

Conviene adoptar su observación final.

Fuente: Yediot Aharonot - 27.11.11
Traducción: www.israelenlinea.com