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Discreto papel de Israel en crisis de refugiados sirios

Refugiados sirios Israel, desde su compleja posición de nación vecina y enfrentada con Siria, mantiene una política de no interferencia en la guerra y un discreto papel en la crisis de los refugiados, con atención médica a los heridos que llegan a la frontera y ayuda humanitaria anónima.

Los soldados israelíes en los Altos del Golán, frontera con Siria desde la Guerra de los Seis Días (1967), tienen la orden de ejercer absoluta contención para evitar una escalada regional de la cruenta guerra civil que se libra a pocos kilómetros de sus bases.

«A veces caen cohetes en nuestro territorio. Algunos producto de la guerra, otros para provocarnos. Pero hacemos lo posible para no reaccionar. Nuestra misión es no interferir y estar en guardia para asegurarnos de que nada de esa guerra llega a Israel», explicó el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el general de brigada Moti Almoz.

«Hay dos amenazas centrales en esta región. Por un lado, la total inestabilidad en Siria, donde el grupo que controla una zona puede cambiar en cuestión de horas. Por otro, las organizaciones extremistas tanto en Siria como en Líbano», señaló Almoz.

Los soldados israelíes en la frontera con Siria están jugando otro papel menos conocido en la guerra del país vecino: son los que recogen a los heridos que se acercan a la frontera, más de 1.700 desde 2013.

En función de la gravedad de las heridas, los soldados deciden si los atiende el médico de la base militar o si es necesario trasladarlos a un hospital público.

«Se les acepta sin preguntar a qué grupo pertenecen, no se conocen los perfiles de los que llegan, pero muchos son niños que se quedan meses en nuestros hospitales. Después, son devueltos a su país», agregó el vocero de las FDI.

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, rechazó recientemente la posibilidad de que el Estado judío acoja a refugiados de la guerra de Siria, con el argumento de que es una nación «pequeña» que debe defenderse del «terrorismo».

El líder de la oposición, el laborista Itzjak Herzog, instó al Gobierno a que autorice la entrada de refugiados sirios porque, a su juicio, «los judíos no pueden ver con indiferencia cómo cientos de miles de refugiados buscan un lugar seguro».

«Pocos o ninguno desearon hasta ahora quedarse en Israel. Muchos tienen un shock al despertar en el hospital y saber que están aquí. Les lavaron el cerebro con propaganda antiisraelí, y tienen una visión satánica del país», afirmó Yigal Palmor, director de comunicación de la Agencia Judía.

Hay una comunidad en Israel para la que la guerra en Siria es especialmente dolorosa: son los drusos, una minoría religiosa que habita principalmente en ambos países, Líbano y Jordania.

La mayoría de los habitantes de Majdal Shams, un pueblo situado a los pies del Monte Hermón, son drusos de origen sirio, la mayor comunidad de la zona.

«Estamos acostumbrados a estar cerca de las bombas. Oímos las explosiones pero nada cae aquí. No estamos asustados, estamos indignados con lo que está pasando en Siria», relató Munir, un druso de mediana edad que regenta un restaurante casero en esta población fronteriza.

«Nuestras familias están allí, pero no quieren venir. Se quieren quedar en su lugar. Así es como somos nosotros», indicó, en referencia al característico apego de los drusos a su tierra y su hogar.

Cuando se pregunta a los israelíes de otros puntos del país, como Jerusalén, Tel Aviv o Sderot, sobre el papel en la crisis de los refugiados sirios, las respuestas navegan entre la empatía de un pueblo que conoce bien lo que es huir sin mirar atrás y el miedo en a nuevos episodios de terrorismo y violencia.

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