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Cincuenta muertos en accidente ferroviario en Argentina

Al menos 50 personas resultaron muertas y 675 heridas, unas 200 de gravedad, en el accidente ferroviario que sacudió a Argentina y cuyas causas continúan sin determinarse, según los últimos datos oficiales.

Al respecto, Claudio Ayruj, subsecretario de Derechos Humanos del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, confirmó las cifras del accidente, y admitió que hasta el momento no han sido identificadas todas las víctimas.

Por su parte, el secretario de Transporte de Argentina, Juan Pablo Schiavi, afirmó que es una incógnita cómo se produjo el accidente ferroviario registrado en Buenos Aires.

«El tren ingresó a la estación a una velocidad habitual. Ahí está la parte del accidente, la incógnita o la responsabilidad. No sabemos qué ocurrió en los últimos 40 metros. El conductor estaba en su puesto y el tren no se detuvo», dijo el funcionario en rueda de prensa.

El secretario de Transporte expresó las condolencias del Gobierno de Cristina Fernández a las familias de los fallecidos y el ruego por la recuperación de los heridos.

«Hay tres palabras que se nos pasan por la cabeza: la tragedia, la desgracia y el día luctuoso. Queremos agregar de nuestra parte la búsqueda de la responsabilidad y analizar por qué también existe la palabra accidente», afirmó Schiavi.

Más de 100 ambulancias y varios helicópteros participaron en el rescate de víctimas y heridos, que fueron trasladados a hospitales cercanos a la estación.

Desesperados, familiares y allegados de los pasajeros se agolpaban frente a los centros médicos en busca de datos sobre los heridos y fallecidos.

Hasta el momento no se difundió la lista de víctimas identificadas y cada hospital informa por separado sobre los heridos, por lo que los familiares se ven obligados a peregrinar por distintos puntos de la ciudad en busca de datos.

«Esta máquina salió ayer del taller y los frenos funcionaban bien. Por lo que sabemos, frenó sin problemas en las estaciones previas. En este momento no podemos especular sobre las causas del accidente», dijo Rubén Sobrero, líder sindical de la línea Sarmiento.

El conductor del tren sobrevivió al impacto y se encuentra hospitalizado. El sindicato todavía no ha podido hablar con él, agregó Sobrero.

El accidente ocurrió cuando el tren embistió el paragolpe de la terminal ferroviaria urbana Once de Buenos Aires. Testigos que hablaron con canales de la televisión local dijeron que hay varios muertos. Agregaron que el tren no frenó antes de impactar el paragolpe en la estación y que los pasajeros salieron volando de sus asientos.

La Agencia Francesa de Noticias, citando fuentes policiales, dijo que el tren, con unos 2 mil pasajeros a bordo, se quedó sin frenos y embistió el tope donde terminan las vías.

«El accidente es muy grave. Hubo vagones que se encimaron y uno de ellos entró seis metros dentro de otro. Todo está filmado y podrá ser investigado», añadió Schiavi.

El tren se acercó demasiado rápido a la estación y embistió la barrera de contención en el extremo del andén a casi 20 kph, lo que aplastó el frente de la máquina y el primer vagón detrás de ella, dijo el secretario de Transporte del gobierno argentino.

El primer vagón fue el más afectado, y es donde los pasajeros hacen espacio para bicicletas. Testigos dijeron que muchas personas resultaron heridas en un revoltijo de metal y vidrios por la fuerza del choque. Los pasajeros dijeron que las ventanas se astillaron cuando se desprendió la parte superior de los vagones. Los trenes suelen ir llenos con pasajeros de pie y muchos fueron arrojados al piso por el impacto.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, canceló todas sus actividades previstas a causa del accidente, que puso nuevamente en primer plano la deficiencia del transporte público y la falta de seguridad para los millones de personas que diariamente utilizan el ferrocarril.

El sistema ferroviario está mayormente privatizado y recibe millonarios subsidios del Estado pese a lo cual el servicio es deficiente e inseguro. Las empresas concesionarias argumentan que las bajas tarifas - entre las más baratas de América Latina - no permiten cumplir con las inversiones necesarias para mejorar el servicio.